MOLÍN AMPUERO Manuel Cuenya
Khaled en la Plaza de Toros de León
El 11 de julio Khaled actuará en León dentro del ciclo de música y misticismo organizado con motivo del año Gaudí. Y no podemos perdernos su esperado concierto. Khaled es un músico argelino y de seguro conocido por su hermosa canción Aïcha, ahora de moda en el Bierzo. Aïcha, écoute-moi, escúchame, regarde-moi, mírame, quiero que sepas, je voudrais que tu saches... A Aïcha Embarek le encantaría abandonar el campo de refugiados de Tindouf y regresar al Bierzo. Pero sus papás no se lo permiten. Es una mujer, y a la mujer no le está permitido decidir libremente sobre su destino. Aïcha no es ella y sus circunstancias, como nos dijera Ortega y Gasset, sino sólo sus circunstancias adversas, que le impiden enrolarse en una nueva aventura, la epopeya de su regreso al Bierzo. El intento fallido de su escapada, hace algún tiempo, empeoró la situación, y ahora el sistema burocrático español, implicado en el asunto, pretende por todos los medios que Aícha vuelva a la tierra ansiada. En la Historia de Abu Qir y Abu Sir, incluida en «Las mil y una noches», hay un fragmento ciertamente ilustrativo: «Abu Qir se alegró de que Abu Sir se decidiese a viajar y recitó las palabras del poeta: Aléjate de la patria en busca del bienestar. Emprende el viaje, pues éste tiene cinco ventajas: Disipa las preocupaciones, facilita el ganarse la vida, aumenta la instrucción, acrece la cultura y da noble compañía». La patria o la matria, una vez más, es donde uno se siente a gusto, es todo lo que uno ama. Y el resto no son más que decepciones y fatigas. Cuando escucho «Aïcha», la canción de Khaled, me siento como en otro mundo, o tal vez fuera del mundo, en medio del desierto de la vida, inmenso desierto de nada y fuego, bajo una «khaima», en compañía de Med y Najem, tomando dátiles y un té con menta, el whisky bereber, alejado del mundanal ruido, ruido tormenta, ruido informativo. El ruido como mierda que ensombrece al mundo, mundo hecho de podredumbre. Es una lástima que Khaled no visite el Bierzo, la tierra prometida, en la que Aïcha viviera durante algunos años, y en la que aún espera vivir y estudiar. A uno le sigue apasionando la música árabe, aunque Khaled, el rey rai, tenga claras influencias europeas. Es probable que uno tenga mucha sangre árabe, o quizá haya leído muchos cuentos del desierto, además de las mil y una noches, sentado al amor de una hoguera. Y este sea el origen de que uno sienta en sus venas esta musicalidad. A lo peor no convendría reconocer que la música árabe es una de nuestras grandes pasiones, sobre todo ahora que vivimos tiempos de xenofobia.