«El peregrino de Auschwitz» llega a Ponferrada
Se llama Walter Hermann Koch, nació hace 76 años en la ciudad alemana de Lübeck y recorre el Camino de Santiago viviendo de la caridad. A partir de aquí, y salvo el número de pasaporte que airea cada vez que llega a un ayuntamiento y pide un certificado para dejar constancia de su paso, todo lo que Koch cuenta de su agitada vida de trotamundos con su casi ininteligible mezcla de idiomas resulta difícil de contrastar para quien esté dispuesto a creer su historia. Koch, «el peregrino de Auschwitz», asegura ser un superviviende de los campos de concentración nazis y ayer regresó a Ponferrada, la ciudad por la que ya había pasado en el verano de 1999 contando que a finales de aquel año iba a cobrar 1.700 millones de pesetas de una apuesta ganada a unos empresarios por haber recorrido 600.000 kilómetros caminando desde 1976. Koch se esfuerza por hacerse entender y dice que estuvo en los campos de concentración de Buchenwald y Auschwitz, que su madre, judía, murió en la cámara de gas, que no tiene dientes, ni encías, porque los nazis se las arrancaron, que una balloneta le destrozó el estómago. Y enseña reportajes de periódico recientes que calcan sus declaraciones unos de otros y donde se lee que vive con un estómago de plástico, que después de la guerra le intercambiaron por un espía norteamericano, que entró en Suiza con cinco diamantes que su madre había enterrado, que gastó uno para comprar un kilo de patatas, que le rentan un millón de marcos al año. Que con los 1.700 millones de pesetas que ya debía haber cobrado hace tres años va a construir tres centros de acogida, para niños, para toxicómanos, y para ancianos... Tres años después, Walter Hermann Koch sigue caminando.