Ponferrada cultural

No hay ciudad sin vida cultural. En todo caso habrá pueblo grande, ciudad-dormitorio, vulgaridad ruidosa, escapismo folklórico. Durante muchos años en Ponferrada la cultura ha importado muy poco, y al ponferradino medio los asuntos de las artes y las letras le han venido cayendo, por lo general, más bien de lado, o tal vez al fondo de un paisaje poblado de botillos y cecinas, vinos y pimientos. Como si la cultura se agotara en la gastronomía y en el turismo. Ponferrada, además, ha padecido durante largos años a una cúpula social tan iletrada como estridente, muy proclive a exhibir coches y gabanes, perros y motos, viajes y zapatos, y es obvio que tales directrices degradaron la identidad de la urbe. La vieja y casi risible Ponferrada de la Restauración, poblada de poetas boticarios, de estanqueros dramaturgos y de barberos historiadores se convirtió en una ciudad mucho peor: más aburrida, bronca y esnobista. Pero hay ejemplos de que Ponferrada ha empezado a cambiar. El mejor de todos, el teatro Bérgidum, tan remozado y vivo. Antes del Bérgidum, el erial era escandaloso y Ponferrada, sin duda, la ciudad más ajena a la cultura de todo el noroeste español. Después del teatro municipal, tan bien programado y tan bien atendido por el público, Ponferrada se parece más a la ciudad que acabará siendo: un lugar de convivencia, de memoria y de cultura. Y no me quiero olvidar de la otra gran iniciativa de los últimos años en este ámbito: el Museo del Bierzo, cada temporada más afinado y prestigioso. Pues bien, hay que ir más lejos, abarcar más espacios, y en esa línea es del todo imprescindible que el campus universitario ponferradino albergue alguna titulación de letras. Una facultad dedicada al saber humanístico que complemente la Escuela de Cine y también otras realidades encomiables, como el Instituto de Estudios Bercianos, el conservatorio, los grupos de teatro, la labor editorial o el empeño de los artistas plásticos. El Ayuntamiento de Ponferrada debe hacer un gran esfuerzo económico e imaginativo para mejorar la oferta cultural en la ciudad. Para ello sería muy deseable que, de cara a las próximas elecciones municipales, los partidos afinaran sus propuestas y situaran en el centro de sus programas alternativas valiosas y nuevas, con su correspondiente previsión presupuestaria. A vuelapluma pienso en la construcción de un auditorio cerrado; en un festival de música o de teatro, o acaso en la puesta en marcha de una fundación municipal para la cultura. Que no todo van a ser el PAU y sus tajadas.