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Edificios emblemáticos

La última función del Teatro Adriano

Inician el derribo del viejo cine (1962-1986) con un coste de 70.000 €

Ponferrada

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La última función del Teatro Adriano reunió ayer a cientos de espectadores a lo largo del día en la céntrica plaza del Cristo de Ponferrada. Acotado el escenario por vallas de dos metros de altura que impedían el paso a los peatones, los más curiosos pudieron presenciar durante toda la jornada, y sin pasar por ninguna taquilla, el inicio de las labores de demolición del viejo cine y teatro que funcionó entre 1962 y 1986 desde la platea de la acera de enfrente. Y allí se apostaron, especialmente a media mañana, para contemplar, entre el asombro y la nostalgia, o simplemente atrapados por la curiosidad, a los cinco actores del reparto; cinco obreros especializados en derribos y una máquina armada con un brazo metálico que durante las próximas semanas —quizá hasta dos meses, aventuró la responsable de la demolición y también hija de su último propietario, Maite Rodríguez— se esforzarán por borrar del entramado urbano de la capital del Bierzo otro de los vestigios de los últimos días de la Ciudad del Dólar.

Rodríguez en el edificio que esquiva la piqueta . CFC

Lo que aún queda del Teatro Adriano, la última de las salas que ya en los años sesenta abrió en Ponferrada el empresario Adriano Morán, empezaba a ser un peligro para los edificios que lo rodean después de treinta y cinco años de abandono. «El edifico está muy mal y con riesgo de que se pudiera caer», decía ayer el último dueño del Adriano, el promotor inmobiliario Manuel Rodríguez, que compró el inmueble a los trabajadores-acreedores de la empresa de Morán por 130 millones de pesetas a finales de los años ochenta, sin ninguna intención de retomar el ruinoso negocio de la exhibición de películas y montajes teatrales, y que ahora destinará 70.000 euros al derribo de sus ruinas. El edificio proyectado por el arquitecto José Martínez Mirones había costado 729.176 pesetas, según los datos del Archivo Histórico Municipal.

Manuel y Maite Rodríguez . CFC

A punto de cumplir los 86 años, y sentado junto a su hija en el despacho de arquitectura que ocupa uno de los bajos del inmueble del número dos de la calle del Cristo que se salvará de la piqueta, con el patio de butacas del Adriano a sus espaldas, Rodríguez reconocía ayer que el solar quedará vacío, y sin planes a corto plazo de edificar. «Lo de Zara es un bulo. No hemos tenido contacto alguno con Amancio», ironiza en referencia al rumor nunca confirmado y retroalimentado por miles de chascarrillos de que Inditex estaría interesada en abrir una macrotienda en el centro de Ponferrada.

Los baños del Adriano . CFC

Quizás a medio o largo plazo, añade Maite Rodríguez, pudiera plantearse la posibilidad de habilitar un aparcamiento en el solar de casi quinientos metros cuadrados que dejará libre el Adriano en las próximas semanas. Pero sería necesario que el Ayuntamiento «regularizara» la situación urbanística de la zona», explica. Y añade que el mes y medio de plazo que se habían marcado para derribar el inmueble podría llegar a los dos meses. «La cubierta del cine es de fibrocemento y tenemos que retirarla y llevarla a una planta de reciclaje de Valladolid, que esta semana no puede hacerse cargo de ella», cuenta la arquitecta.

L. DE LA MATA

La demolición también se llevará por delante el inmueble del número cuatro de la calle del Cristo donde funcionó la Carnicería del Bolero, apenas tres metros de fachada al que ya le habían retirado la cornisa. Pero el edificio centenario donde estamos sentados, que quedará rodeado por los trabajos de derribo, seguirá en pie a pesar de que el estado de sus dos plantas residenciales, deshabitadas desde hace décadas, también es ruinoso. «No queremos hacer daño a los dos negocios que quedan», cuenta el promotor. Rodríguez se refiere una vieja tienda de lámparas y bombillas y a un negocio textil. Y para demostrar que poco hay de valor sobre nuestras cabezas, se ofrece a enseñárselo al periodista en una visita rápida.

Techos desconchados, una galería trasera con unos vistosos azulejos que se resisten a caer, tapizado el suelo de excrementos de palomas, cocinas y baños desmantelados. El aspecto es desolador. Y antes de que los obreros que trabajan en la entrada del Adriano lo desmantelen en los próximos días, Rodríguez muestra también lo que fue el patio de butacas. Entablilladas las paredes por pilares de hierro, el lugar donde se sentaban los espectadores para asistir a las funciones de teatro y las proyecciones de los últimos estrenos parece el escenario de un bombardeo. Pero no es ninguna película.