Diario de León

DESDE MI RINCÓN Rita Prada

A vueltas con los impuestos

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León

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Estoy empezando a padecer el temblor que todos los años, llegadas estas fechas, produce espasmos en mi estómago. Reconozco que es una tontería, una chiquillada, una gilipollez, pero me puede. Mi cabeza empieza a dar vueltas y siempre gira alrededor del mismo tema. Repito que es una tontería pero mantiene en mi un cierto grado de preocupación y de mosqueo que no me permite relajarme adecuadamente. Se avecina la hora de conocer el incremento que han sufrido las tasas municipales y por tanto la cantidad añadida que tengo que desembolsar para cumplir con mis obligaciones impositivas anuales que bajo ningún concepto intento eludir. La preocupación me viene por que me fastidia pagar como a cualquier hijo de vecino aunque no deje de reconocer la necesidad de las aportaciones contributivas y que, supuestamente, redundarán en beneficio de la colectividad ciudadana; eso sí asimilando (que no compartiendo) la existencia de ciudadanos de diferentes clases y que, por tanto, el reparto no va a ser equitativo y la prioridad, obviamente, irá en función no de lo más necesario y sí de lo más llamativo que para eso estamos en precampaña electoral y no se puede desperdiciar la ocasión. El mosqueo, por más que intento evitarlo, se apodera de mí produciéndome un estado de alerta que me mantiene en tensión y enciende una lucecita roja en mi interior. Verán, las subidas impositivas siempre nos las cuentan en tantos por ciento por lo que no tenemos una idea real de cual es el valor absoluto resultante del incremento y que varía según la cantidad fija de cada cual. De ahí el mosqueo. Y no es para menos. Hace unos años me convencieron de que el IBI subiría una media del seis o siete por ciento; una vez echados los cálculos pertinentes llegué a la conclusión de que con 2 ó 3 mil de las antiguas pesetas lo tenía todo arreglado y no eran necesarias más preocupaciones. Mi sorpresa fue cuando las añoradas dos mil pesetas pasaron a ser cerca de trece mil. El 6 ó 7 por ciento primitivo acabó convirtiéndose en un escandaloso cuarenta y cinco por ciento. Esa vez hasta el tan socorrido tanto por ciento fue un engaño y todavía me dura el malestar por más que me digan que este año, por ese mismo concepto, voy a pagar menos. No me lo creo ni aunque me lo juren y no porque crea que lo hagan en vano sino porque todo aquello que sube, no baja. Aclarémonos, ¿7 euros menos este año me compensan la subida de 82,83 de hace dos años?. No me rebajan nada más bien al contrario. Este año la lucecita roja pierde intensidad y me permite una cierta relajación, estoy por asegurar que la subida no va más allá del IPC y, mira por donde, me lo creo a pies juntillas.

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