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Un edificio recuperado con 300 millones de las antiguas pesetas

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León

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El 4 de julio de 1991, doña Sofía inauguraba la primera restauración del monasterio de Carracedo. La ahora reina emérita quedó impresionada con el resultado de las obras impulsadas por la Diputación, según daba cuenta al día siguiente Diario de León en portada. El equipo de Alberto Pérez Ruiz invirtió entonces 330

millones de las antiguas pesetas. Las obras comenzaron en 1988, tres años después de que la Diputación provincial destinara el primer presupuesto de 25 millones de pesetas para financiar las primeras labores de consolidación.

Prácticamente abandonado desde 1835 tras la desamortización de Mendizábal, su historia está llena de ampliaciones, reconstrucciones y ocupaciones de monjes llegados de otros cenobios. En el siglo XII, la infanta-reina Sancha Raimúndez, hermana del emperador Alfonso VII, lo convirtió en Palacio Real para residir largas temporadas en él.

Conoció épocas de gran esplendor bajo los benedictinos y bajo la Orden del Císter, pero tras la Desamortización resultó abandonado y a punto estuvo de verse arruinado por completo. En 1988 la Diputación de León, propietaria del edificio junto con la Diócesis de Astorga, emprendió su restauración y consolidación, así como la adecuación museográfica para convertirlo en el monumento visitable que es hoy.

El monasterio fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1929 y en la actualidad es también Bien de Interés Cultural. En cuanto a sus espacios, revisten especial valor y belleza la iglesia, los diferentes claustros, el refectorio, la cocina, la biblioteca, la sala capitular y, sobre todo, el Palacio Real.