La recuperación de la Casa del Abad
El lento renacer del monasterio de San Andrés
Vega de Espinareda urge la llegada de fondos de Transición Justa para continuar con la recuperación de la Casa del Abad como albergue
Agujeros de bala en la pared, usada como tiro al blanco. Dibujos toscos de camiones militares y blindados, de barcos y de hombres a caballo, ejecutados a lapicero sobre el revoque blanco que han resistido ochenta años a la lluvia, cobijados bajo el tejado de una galería de madera. Garabatos de soldados aburridos después de una guerra.
La llamada Casa del Abad del monasterio de San Andrés en Vega de Espinareda —el lugar donde el Ayuntamiento quiere abrir un albergue para alojar a peregrinos del Camino Olvidado a Santiago y a turistas que acudan a conocer la Reserva de los Ancares, y donde el Instituto Leonés de Cultura y en menor medida el municipio acaban de invertir 200.000 euros para recuperar la galería y el tejado— acogió durante dos o tres inviernos, en los primeros años de la posguerra, a un grupo de marroquíes de la Tercera Compañía del Cuarto Tabor de Regulares, que habían combatido en el bando de Franco.
—Hay balas en la pared —le dice al periodista que recorre la abadía el sacerdote Avelino Rellán, antiguo profesor de Latín y Griego, de Lengua y Literatura en el colegio diocesano que funcionó hasta 1995 en el complejo monástico. Rellán, el párroco Lucas Martínez y una vieja perra pastor llamada Cristina, que acude dócil a olisquear al visitante, son los únicos habitantes de un inmueble que llegó a contar con 246 alumnos internos durante su última etapa como colegio (1965-1995). Pero antes que los estudiantes, y un siglo después de que la desamortización se llevara a los monjes benedictinos, estuvieron aquí los soldados del tabor que pintarrajearon la pared. La pregunta que surge ahora que han comenzado las obras en la Casa del Abad —gruesos travesaños de madera de castaño refuerzan la estructura interior para hacerle hueco a una nueva escalera y un ascensor— es si todos esos trazos de militares aburridos merecen ser conservados ochenta años después.
Rellán se asoma a la bodega. L. DE LA MATA
Habitación de la Casa del Abad. L. DE LA MATA
Sin duda forman parte de la historia reciente de una abadía edificada a finales del siglo XVIII, y ya entonces era la tercera reconstrucción del monasterio cuya edificación original se remonta a los albores del primer milenio. Nunca del todo abandonado, y casi siempre vinculado a la enseñanza —entre sus paredes de piedra estudiaron ilustres bercianos como el escritor Enrique Gil y Carrasco— el monasterio asiste en la actualidad a un lento renacer con los planes del Ayuntamiento y los fondos que ya han llegado de la Diputación de León y de la Junta de Castilla y León; la Dirección General de Patrimonio invertirá ahora 55.000 euros para continuar la recuperación de la casa sacerdotal, en un futuro también sede de la Casa del Parque del Espacio Natural de Los Ancares. Para hoy lunes, contaba el sábado el alcalde, Santiago Rodríguez, está previsto que se lleven las puertas de nogal negro del inmueble para restaurarlas y sustituir aquellas que sean imposibles de rehabilitar.
Agradecido por la ayuda, al alcalde, sin embargo, le come la impaciencia porque ha pasado más de medio año desde que presentó el proyecto del Ayuntamiento para solicitar 800.000 euros de los fondos de Transición Justa del Gobierno Central.
—No podemos recurrir a otros fondos como los del 1,5 por ciento Cultural porque nos obligaría a poner el 20 por ciento del presupuesto y el Ayuntamiento no tiene medios. En este monasterio hacen falta entre nueve y veinte millones de euros para ponerlo en valor —cuenta Rodríguez mientras dirige la visita junto al sacerdote Rellán. El regidor, que muestra el suelo de madera abombado, los muros desconchados y las enormes vigas de castaño recién instaladas que sostienen el interior de la casa sacerdotal, no deja de reclamar más celeridad al Gobierno en el reparto de un dinero que Vega de Espinareda, a punto de bajar de los dos mil habitantes, necesita cuanto antes para sacar adelante su proyecto más ambicioso en torno a un edificio que sonó como parador nacional y que bien pudiera acoger un gran establecimiento hotelero si hubiera alguna cadena interesada cuando la pandemia deje de ahogar al turismo.
Escalera principal. L. DE LA MATA
De momento y a la espera de que el Instituto Leonés de Cultura de la Diputación recepcione las obras del tejado y la galería, Santiago Rodríguez valora la buena disposición que después de años sin avances por fin ha encontrado en el Obispado de Astorga, que ha cedido el uso de la Casa del Abad al Ayuntamiento durante los próximos 25 años.
Monjes benedictinos, sacerdotes, escolares de distintas épocas, y hasta soldados regulares que echaban de menos su casa y pintaban barcos en las paredes, enriquecen la historia de un lugar donde no han dejado de sonar los rezos en la iglesia parroquial, pero hace mucho tiempo que no se oyen las lecciones de ningún maestro. De los balazos, eso sí, mejor olvidarse.
Mitra del siglo XVI. L. DE LA MATA
El alcalde y el antiguo profesor del colegio, ante la galería restaurada. LDM