Diario de León

FRAGUA DE FURIL Manuel Cuenya

Comida en abundancia

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León

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Entramos en la época de las grandes comilonas. Nos reencontramos con "La grande bouffe". Como aquella delirante película de Marco Ferreri. Y es que el final del otoño invita a regodearse en los placeres de las carnes y pegarse atracones de comida. Hay que atesorar comida, que luego el invierno se presenta crudo. Ya se sabe que con la panza llena las penas y los fríos dejan de ser tales penas y tales fríos. "De que la barriga farta brinca y rebrinca Marta", decía un paisano, poeta graciosín y sabio consejero. Una vez recogidas las manzanas, tomates, pimientos, castañas, nueces y demás frutos y frutas, dan ganas de ponerse a zamparlos como un descosido, hasta rayar la "fartura". Un año más contamos con las Jornadas gastronómicas del Bierzo, que son como las ciento veinte jornadas que nos relatara el divino marqués de Sade, aunque en versión culinaria. No se vayan a creer. Lo nutricio como arte presto para ser triturado, degustado. "Ingenioso es el paladar", escribe Petronio en "El Satiricón". A lo largo de la historia se han dado muchas definiciones del hombre, entre otras, la de Aristóteles: el hombre es un animal racional (un poco anticuada me parece), y otra muy conocida: el hombre (mujer incluida) es un ser que tiene la capacidad de hablar. Pero hay una definición que me parece muy acertada y además viene bien de cara al tema que nos ocupa: la comida. El hombre, en tanto que agricultor, es un ser que come pan. Creo recordar que ésta es una definición que diera Hesíodo en "Trabajos y días". El hombre es un ser que come pan y aun otros alimentos. Y el berciano es un tipo al que le encanta comer y sobre todo comer en abundancia. A qué tonto le amarga un dulce. El berciano, ya lo tengo escrito, es como un romano clásico en una época posmoderna. Este año será Eduardo Keudell el pregonero de este evento. Un buen mantenedor y excelente cocinero. Me consta y puedo dar santa fe de ello. Nuestro estimado Eduardo conoce como nadie los entresijos de la buena cocina y la buena mesa. En varias ocasiones he podido saborear sus asados argentinos, hechos con carne berciana, y me parecen deliciosos. Aunque la carne berciana no llegue a la calidad de la carne argentina -mal que les pese a algunos-, el gusto, el sabor de la carne reside a buen seguro en la técnica del asado y algún secreto de cocinero entrenado. Saber cocinar es un arte. Y un buen cocinero o una buena cocinera tiene más mérito que cualquier intelectualoide de poca monta, que se pasa el santo día divagando y pensando en las musarañas. Uno siente una gran admiración por aquellas personas capaces de alegrarnos el día o la velada con una buena comida.

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