Diario de León

DESDE MI RINCÓN Rita Prada

AVE María...

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El lunes 21 de octubre del año 2002 será recordado como, según nuestro flamante alcalde, «el primer paso serio para acercar Ponferrada al resto del país y a toda Europa en tiempos del siglo XXI». Tamaña sentencia se produjo como consecuencia de la constitución de una comisión ferroviaria que, a partir de ahora, velará e intentará gestionar todos los asuntos relacionados con el tema de la alta velocidad o de la velocidad alta (confieso que yo me armo un lío con eso). Es una comisión tripartita donde habrá representantes de tres instituciones; es decir, el Estado, la Junta y el Ayuntamiento de Ponferrada. Y a mí me hace gracia. Si partimos de la base que la creación de cualquier comisión significa un sin fin fe reuniones, donde se habla de mucho pero se saca poco provecho, estamos casi en el punto de partida. No entiendo porque me quieren hacer comulgar con ruedas de molino cuando ya las decisiones están tomadas y sabemos positivamente que esta comisión política solo sirve para vender el producto previamente cocinado. La llegada de la velocidad alta a Ponferrada, a falta de confirmación oficial allá por el 2010, es un parche adosado que únicamente intenta salvaguardar la credibilidad política del partido en el poder con la sociedad berciana. El Ministerio de Fomento, consultados los pareceres y obtenidos los asentimientos de los gobernantes de Castilla y León y Galicia, decide, hace poco más de dos años, que la viabilidad del tren de alta velocidad hacia Galicia no debe cruzar la comarca berciana y será, por tanto, prioritario buscar un remiendo que acalle protestas callejeras cuyo eco pueda entorpecer el cambio político producido. Se barajan soluciones y la escogida intenta contentar a todos sin convencer a nadie. ¿Realmente es operativo, rentable y necesario un ramal ferroviario de alta velocidad cuyo destino es la capital de la provincia a una distancia de 110 km.?. Para ese trayecto no necesitamos semejante inversión; otra cosa sería si la continuidad del trazado estuviese asegurada hacia Galicia. Doctores tiene la Iglesia y si la decisión tomada por nuestros gobernantes, vía Zamora, consideran que el trazado elegido es el más viable e idóneo por el menor costo económico y por la posible mayor rentabilidad, ejecútenlo y no mal gasten el dinero de los contribuyentes en inversiones obtusas que no conducen a ningún lugar y apechuguen con las consecuencias. ¿Qué gracia y poder tendrán los presidentes de las comunidades autónomas que nos rodean que son capaces de hacer variar las decisiones del gobierno, en materia de infraestructuras, que no tenga el nuestro?. Será cuestión de indagar y sacar las conclusiones pertinentes.

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