Una seña de identidad hostigada por el carbón
Antes de que la extracción del carbón se convirtiera en el eje de desarrollo de la cuencas mineras, la agricultura era el sector que quitaba el hambre y, hasta la década de 1950, las viñas todavía dominaban el paisaje en municipios del Bierzo Alto. La eclosión de la minería y los incentivos —principalmente económicos— para reclutar mano de obra provocaron el abandono progresivo del trabajo en el campo y el viñedo empezó a desaparecer. La industria ganó el peso que perdió la agricultura y el vino quedó relegado a un elemento social. Por eso, la entrada de seis municipios mineros en la DO Bierzo (Torre del Bierzo, Folgoso de la Ribera, Igüeña, Toreno, Berlanga y Fabero) ha abierto una puerta a la esperanza para quienes ansían recuperar esa parte del pasado.
Manolo Marqués recuerda como, hasta en los años 80, en el pueblo de Bembibre pervivieron numerosas bodegas, como las de Patarita o Casa Chelo (sus padres), El Moquito, La Carlista y Meira, entre otras. «Tras la vendimia, pasada la fermentación, algunas de estas bodegas daba salida al vino nuevo y eran frecuentadas diariamente por cuadrillas de amigos que hacían la ronda para degustarlo. Era un mundo que giraba en torno al vino», afirmó un hombre que sigue considerando el vino como «tejido que enraíza nuestro entorno». «Por eso tenemos la responsabilidad de recuperar y preservar ese mundo», defendió.