El cabello humano como material de construcción
El estudio de arquitectura de la berciana Déborah López triunfa en la Bienal de Venecia
El 21 de mayo se inauguraba en la Bienal de Venecia el Pabellón Español titulado Uncertainty (incertidumbre), que estará abierto hasta finales de noviembre en la ciudad de los canales italiana. Una cita con presencia berciana no sólo por el proyecto de Moneo para la bodega de Descendientes de J.Palacios sino porque el estudio de arquitectura Pareid, liderado por la berciana Déborah López y Hadin Charbel, de Los Ángeles, expone también su proyecto Foll(i)cle.
Foll(i)cle aborda una investigación realizada por el estudio a través de la cual presentan la reutilización del cabello humano como material para construir y a su vez averiguar los metales pesados existentes en el cuerpo humano.
La selección de proyecto para formar parte del pabellón español se realizó mediante convocatoria abierta. Según explica la arquitecta berciana, se presentaron 400 propuestas de las que se seleccionaron 34, entre las que se encuentra la iniciativa del estudio de arquitectura Pareid.
La gran pregunta
En su opinión, la Bienal de Venecia es una de las grandes exposiciones de arquitectura a nivel mundial, que se pospuso debido a la crisis sanitaria de la Covid 19, por lo que están más que satisfechos. Déborah y Hadin asistieron a la inauguración en Venecia donde pudieron explicar su proyecto así como conocer a comisarios y participantes españoles.
En este caso, para el pabellón español, Hadin y Déborah produjeron un objeto abstracto representativo del proyecto; una «toxi-cartografía» realizada con cabello humano, y un protocolo de muestra de cabello. «Foll(i)cle es un ser colectivo hecho de cabello humano desechado», explica. Realizado como un parlamento para la colectividad pública y un protocolo, el pabellón peludo invita al público a entrar y le presenta un dispositivo para proporcionar de forma anónima y voluntaria muestras de cabello para el análisis de metales pesados, cuyos datos se utilizarán para realizar una cartografía cartográfica de acceso público, añade Déborah López.
Todo arrancó en los primeros meses de 2019, cuando la contaminación del aire en Bangkok alcanzó un nivel récord, lo que atrajo la atención nacional e internacional sobre la calidad del aire en la cosmopolita del sudeste asiático. «Aunque las aplicaciones como los mapas de contaminación en tiempo real proporcionan una lectura ambiental desde el exterior, dicha información revela el ‘aquí y ahora’, donde su registro se pierde inevitablemente a través del proceso de ‘refresco’ de la actualización en vivo y no requiere incrementos ni acumulaciones como factores a considerar», explica la berciana que es el alma mater de este proyecto.
Origen del proyecto
Y es que, como ella dice, el cuerpo humano es precisamente ese medio que se resiste a la clasificación como ambiente interior o exterior, y actúa como un registro impresionable de su entorno. ¿Se puede leer la toxicidad de una ciudad a través de sus componentes vivos? ¿Se puede acceder a los cuerpos vivos que habitan, navegan, respiran y procesan entornos habitables? ¿Puede la arquitectura conservar cierto grado de independencia y al mismo tiempo actuar como un faro para lo colectivo? son preguntas que este estudio de arquitectura se hizo en el el inicio del proyecto.
«Descubriendo que el cabello humano podría transformarse a partir de un material que se cultiva, corta, estiliza y desecha sin esfuerzo y de manera continua, y en su lugar puede ser interceptado y utilizado en la producción de recopilación de información y público», insiste la arquitecta berciana a la hora de encontrar respuestas.