Desarrollo económico
El sector del chopo puede triplicar su peso en el Bierzo con más de 7.700 hectáreas productivas
Las 2.251 hectáreas de choperas actuales son insuficientes para hacer frente a la demanda, ya que el consumo de esta madera se ha duplicado en los últimos diez años
En la búsqueda de alternativas de desarrollo económico, el Bierzo tiene un gran potencial para la producción de madera. Ya es sabido que su microclima y la calidad de los suelos convierten a la comarca en un vergel para todo tipo de cultivos, incluido el chopo. Pero en este caso, pese a que la populicultura se puede considerar un sector tradicional, su desarrollo ha quedado frenado no solo por el abandono de la cultura de plantación, sino también por las restricciones impuestas por la Confederación Hidrográfica Miño-Sil —cuyo próximo Plan Hidrológico puede flexibilizar la normativa—, por la falta de ayudas de las administraciones y la competencia de cultivos agrícolas subvencionados por la Política Agraria Común (PAC).
Actualmente, en el Bierzo hay 2.251 hectáreas de choperas. Una cifra que dista mucho de la superficie susceptible de ser plantada, que está en 7.737 hectáreas. Es decir, se podría plantar tres veces más de lo que hay, hasta ocupar el 2,43% de la superficie total del Bierzo, según un estudio realizado por Tecnosylva para la empresa Garnica.
Además, el turno de crecimiento de un chopo en la comarca es de 12 años, frente a los 15 años de la media de Castilla y León. «El clima es mejor y los turnos se acortan», explicó el responsable forestal de Garnica, Carlos Álvarez, que también subrayó el acierto en la elección de las variedades que se están utilizando en la comarca, resistentes al temido pulgón lanígero. Son, principalmente, clones interamericanos como Raspalje y Unal; pero también se están introduciendo clones italianos y algunos franceses con «muy buenos crecimientos», apuntó Álvarez.
En contra, el sector de la populicultura en el Bierzo tiene únicamente el minifundio en lo que a las condiciones naturales se refiere. Pero esto puede encontrar una solución en el asociacionismo de productores. «Gestionar este tipo de superficies más pequeñas siempre es más complejo. El asociacionismo sería una gran baza», afirmó el responsable forestal de Garnica.
Ocho serrerías y otras tantas empresas de tala generan en el Bierzo 114 empleos directos vinculados al chopo, a los que habría que sumar otros indirectos, como transportistas o mecánicos. Una industria local cuya actividad está comprometida por el escaso volumen de plantaciones pese a su alta rentabilidad. 2023 es un año clave a partir del cual se entrará en un período de escasez de madera de chopo nacional, según las últimas estimaciones. «Las restricciones al cultivo de una materia prima tan escasa y tan demandada ponen en peligro a toda la industria», lamentó Carlos Álvarez. Un déficit que —añadió— «podría verse agravado si se aplican limitaciones a las plantaciones en Dominio Público Hidráulico, ya que suponen la retirada de importantes superficies de plantación histórica».
Gasto y beneficio
Todo esto en un momento en el que el consumo de esta madera por parte de la industria nacional del tablero de contrachapado se ha duplicado y, ante la falta de materia prima, las empresas españolas se ven obligadas a buscarla en otros países, caso de Francia, deslocalizando un sector que «contribuye de forma notable a la economía circular y a la fijación de población y creación de empleo en zonas rurales y desfavorecidas», defendió el responsable forestal de Garnica.
Por cada 18 o 20 euros que un populicultor invierte en un chopo desde su plantación hasta su tala, recibe alrededor de 60 euros. Es decir, la ganancia media por chopo es de 40 euros dependiendo, claro está, de condiciones como el podado, el tipo de clon o lo que cueste sacarlo. «El chopo es muy rentable, mucho más que otros cultivos. La pega es que hay que esperar esos 12 o 15 años y que no hay ningún tipo de subvención», afirmó Álvarez. «Cada dos o tres hectáreas cortadas de chopo suponen un puesto de trabajo en el sector transformador y en la gestión de las plantaciones», añadió.
Según los datos ofrecidos por Garnica, el tablero contrachapado de chopo es el séptimo producto en exportaciones en la provincia de León, «aportando más del 4% del valor de estas exportaciones. Es cinco veces más que el vino y muy próximo al valor que aporta el sector de la pizarra». Pese a esto, la populicultura se concentra en solo el 2% de la superficie forestal de Castilla y León y, aún con ello, «aporta el 20% del volumen de madera que sale al mercado y el 40% de los ingresos», destacó Carlos Álvarez.
A la rentabilidad económica de este árbol, el experto suma también la ecológica. «Las industrias de la madera de chopo representan un ejemplo de economía sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Todos los productos derivados se utilizan como materia prima o como fuente de energía», resaltó. Aproximadamente, el 60% del árbol se usa en la transformación y el 40% restante se destina a fines de producción energética, para pasta de papel, tablero de aglomerado, etcétera.
«El sector forestal va ser clave en el desarrollo en los próximos años y los chopos tienen una gran oportunidad en este contexto. Pero para que puedan seguir teniendo ese papel protagonista y creando empleo es necesario que se fomente y proteja su cultivo», aseguró el responsable forestal de Garnica, una empresa cuyo brazo populicultor, Bosques y Ríos, acaba de firmar un convenio con la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal (Eiaf) del Campus de Ponferrada para, precisamente, impulsar el sector del chopo en la comarca mediante el desarrollo de herramientas que permitan a los populicultores una mayor rentabilidad y seguridad a largo plazo.