Adiós al hombre humilde y sabio

Luis Peique López encarna a la perfección el perfil de una generación de españoles que nos deja. Fue Niño de la Guerra, huérfano, hecho a sí mismo; curtido en el sacrificio y el trabajo para sacar adelante a su familia y también a una España destrozada por el fraticidio. Murió Peique, el patriarca de Bodegas Peique —el vino que tantas sensaciones ha dado y sigue generando a los que lo han probado—. Ayer lo enterraron en su natal Valtuille de Abajo, arropado por el cariño y el pesar de muchas personas.

Luis Peique fue el hombre que, pese a dedicarse al transporte con un camión, nunca dejó de estar pegado a su tierra, a sus magníficos viñedos, hoy orgullo del Bierzo. Fue un hombre humilde y sabio, comprometido con el rescate de una naturaleza que lo abrazaba. Un trabajador nato. Recuerdo su pragmatismo y gran sentido común en una comida con él, hace muchos años, en la que se elegía la marca Peique para su vino. Hoy su legado sigue en su familia: sus hijos Luis, Mar y Jorge, a los que les inculcó el amor por la tierra y las viñas.