Diario de León

Ponferrada desde el Puente de Hierro

Los hermanos del escritor César Gavela se suman al recorrido literario desde la calle del Reloj a la plaza de Fernando Miranda con el que el IEB abre las Jornadas de Autor dedicadas al narrador

El recorrido arrancó de la Torre del Reloj y tuvo once paradas. CFC

El recorrido arrancó de la Torre del Reloj y tuvo once paradas. CFC

Ponferrada

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«El tiempo en aquella ciudad eran dos ríos negros y una fortaleza, y un monte redondo al este y otro monte al oeste que dibujaba el perfil de un inmenso animal mitológico. El tiempo de las mujeres y los hombres de la ciudad era un colegio color limón, un horno de ladrillos, un almacén de sacos de harina, una pelea en un andén, un campanario gris, el reloj parado de una torre y un hombre encogido y flaco que cruzaba la avenida Nacional cerca del mediodía, agachado sobre un banquito de madera». Así, casi con un poema en prosa, describía Ponferrada el escritor César Gavela en un texto de 2008 para una novela inédita que llevaba el título de Calle del Reloj.

Y en la calle del Reloj, a la sombra de la torre de la que hablaba Gavela, comenzó ayer la ruta literaria por los lugares que el escritor berciano fallecido hace un año en Valencia incluyó en sus cuentos, en sus novelas, y en sus columnas periodísticas, buena parte de ellas publicadas en este periódico bajo el título de La Gaveta . El texto inédito abrió una ruta de once paradas por el callejero —desde ayer un recorrido por la Ponferrada más literaria— que el Instituto de Estudios Bercianos organizó a modo de prólogo de las Jornadas de Autor que hoy y mañana le dedicará al autor de novelas como El puente de hierro y El obispo de Cuando y de libros de cuentos como Pobres del Sil, en la sede del centro asociado de la Uned.

Fue la poeta Pilar Blanco la que leyó la descripción de Ponferrada, una ciudad, escribió Gavela, donde el tiempo «era un cine de fachada rosa, un niño con sombrero mejicano, un hangar de camiones, un mercado de hortalizas, una basílica con torre de granito, una piscina junto a un bosque de chimeneas, una fila de niños huérfanos, un patio abandonado que fue el jardín de un narrador modesto, un hombre bizco que era policía secreto, una merienda de mazapanes y melindres en el convento de las monjas de clausura o un minero malherido que llevaban en camilla a un hospital de mimosas en flor».

A la espera de que las jornadas arranquen hoy a las 18.00 horas con las intervenciones de Patricia Perez (IEB), Pilar Blanco, Gloria de Frutos, María Ángeles Chavarría, Ricardo Muñoz Suay y Angélica Lambrú en la Uned, el recorrido de ayer contó con la asistencia de los cuatro hermanos de César Gavela y terminó a las puertas de lo que hoy es el número 31 de la avenida de España, donde en el piso cuarto vivió la familia del escritor. Un lugar desde el que César Gavela veían llegar a los trenes de Renfe y salir a las locomotoras de vapor a Villablino; imágenes poderosas que muchos años después volcaría en textos como el de Calle del Relo j, donde «el tiempo eran los guardianes y las locomotoras, el olor de las acequias y las panaderías», escribió.

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