Setenta alumnos pasan seis horas en la A-6 a temperaturas bajo cero

Los jóvenes salieron de la capital coruñesa a la una de la madrugada de ayer, poco más tarde de las tres hicieron una parada técnica en un hostal, en Vega de Valcarce, para tomar un café. Diez minutos después comenzó su aventura siberiana. «Íbamos a una velocidad moderada, a unos noventa kilómetros por hora, cuando de repente se apagaron todas las luces de carretera y todo se quedó a oscuras. No se veía absolutamente nada», explica Pablo Ayala, uno de los ocupantes del autobús. El conductor, adivinando las líneas blancas pintadas sobre el asfalto, consiguió apartar el vehículo hasta el arcén. Sólo funcionaban las luces de emergencia. «Era todo muy extraño, el conductor llamó a la compañía para ver si podía solucionar el problema, pero nada. Lo único de lo que se preocuparon al principio fue de buscar un electricista de la zona para ver si podía arreglar la avería», comenta Pablo. Los jóvenes comenzaban a desesperarse. El frío les agudizó el ingenio y trataron de iluminar el motor del vehículo con mecheros y la luz de una cámara de vídeo. Su último recurso fue llamar a la Guardia Civil y, entre todos, tratar de solucionar un problema que duraba ya más de dos horas. El autobús averiado ocupaba uno de los carriles de la autovía. La Guardia Civil de Tráfico señalizó la zona y trató de socorrer a los pasajeros. Tuvieron que esperar hasta las diez y diez de la mañana, hora en la que desde A Coruña llegó un autobús de recambio. Los estudiantes de Informática consiguieron llegar a la capital pasadas las cuatro de la tarde. Según Pablo Ayala, uno de los estudiantes, los llevó el mismo conductor que los acompañó a la salida de A Coruña. «Por supuesto, después de la odisea no había dormido nada», explica el joven.