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MOLÍN AMPUERO Manuel Cuenya

Carlos Fuentes, un gran escritor

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León

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Hacía algún tiempo que no visitaba Oviedo. Me encontré con una ciudad relimpia, guapa, cálida. Durante mi breve estancia en la ciudad me sentí muy a gusto, y sobre todo me quedé entusiasmado con Carlos Fuentes, espléndido escritor mejicano y premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1994. Al señor Fuentes nunca había tenido la ocasión de saludarlo. La vida, en ocasiones, le sorprende a uno de un modo muy grato. Uno va en busca de su cineasta preferido -Woody Allen- y se encuentra con Carlos Fuentes. Qué agradable sorpresa. Uno puede vivir en Méjico durante varios años sin lograr verlo, y así, de buenas a primeras, te encuentras con él, como el que no quiere la cosa. Carlos Fuentes, además de ser el mejor escritor mejicano vivo, es una persona excelente: amable, simpático, como suelen ser muchos mejicanos. "Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos". Méjico es un país rico y maravilloso, colorido y lindo, puesto en manos de una bola de rateros desde tiempos inmemoriales. Méjico podría ser una gran potencia mundial. Tiene todos los recursos para serlo. Pero los gobernantes son unos hijos de la chingada, que arramblan con todo, dejando el país en la miseria más absoluta y esperpéntica. Algo así ocurrió cuando el gobierno cayó en las sucias manos de Carlos Salinas de Gortari, vaya güey. Por otra parte, Estados Unidos es como la bestia negra de Méjico. Si te creen mejicano, y tu intención es la de cruzar la frontera por uno de los puentes de El Paso, Texas, pueden armártela muy gorda. Así de cabrones se muestran los gringos con respecto a sus paisanos fronterizos. "Gringo viejo" es una novela de Fuentes que toca de lleno el tema de la frontera. "Hay una frontera que sólo nos atrevemos a cruzar de noche -había dicho el gringo viejo-: la frontera de nuestras diferencias con los demás, de nuestros combates con nosotros mismos". Tuve una mala experiencia con la frontera gringa allá por el año de 1995, que nunca olvidaré. Y todo porque me confundían con un mejicano. Los muy pendejos pretendían anular mi nacionalidad española por el puto morro. Querían impedirme a todo trapo que cruzara la frontera del otro lado de Río Grande, el río que divide a El paso y Ciudad Juárez. Me sometieron a un interrogatorio bestial y hasta me amenazaron con encarcelarme. Usted, recuérdelo -me espetó un hijo de puta con olor a mofeta y cabeza de burro podrido- ya está en territorio de los Estados Unidos, y podemos hacer lo que queramos. Historias para no dormir. Desde que leyera "La región más transparente" y "Cristóbal Nonato", tengo a Carlos Fuentes por uno de los mejores escritores en lengua española.

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