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DESDE MI RINCÓN Rita Prada

Esas pequeñas cosas...

Publicado por
León

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Esas pequeñas cosas que no causan grandes rabietas pero que teniéndonos que servir de ellas, aunque sólo sea esporádicamente, si son susceptibles de producirnos alguna que otra irritación momentánea que no va más allá del calentón del momento en que ocurre el hecho, olvidándonos acto seguido del asunto hasta que exista una próxima vez que necesitemos utilizarlas. Son menudencias que si no las sufrimos personalmente o nos afecta directamente de alguna determinada forma y manera no reparamos en ellas y terminamos considerándolas carentes de cualquier relevancia. Entiendo que en el cibernético mundo en que vivimos donde los sistemas de comunicación quedan obsoletos al día siguiente de estrenarse es mucho pedir y darse cuenta que sistemas tradicionales de servicio público estén empezando a desaparecer sin apenas darnos cuenta; reparamos en ellos cuando, por narices, tenemos que utilizarlos. La semana pasada estuve media mañana con una carta en la mano porque no encontraba un simple buzón de correos donde pudiera depositarla. Cuando me percaté de que en determinada plaza de la ciudad había uno era pasada la una de la tarde con lo cual mi carta quedaba pendiente para el siguiente día. Me quedaba la opción de ir a Correos pero allí también rezaba la leyenda de que la recogida se efectuaba durante las horas de oficina. Llegue a la conclusión de que en la época del grandioso desarrollo andante de la telefonía móvil y del correo electrónico vía internet, era imbécil querer utilizar sistemas cuya caducidad está a un paso de producirse. Lo malo, en mi caso, es que la susodicha carta necesitaba irrremediablemente ser transportada por la vía tradicional y los sofisticados métodos que hoy en día se utilizan no me solucionaban el problema. No pretendo decir que no existan buzones de correos pero si quiero resaltar que su número ha disminuido o bien que la expansión de la ciudad ha contribuido a que a mayor número de vecinos les corresponda el mismo servicio con lo que la distancia entre unos y otros haya aumentado considerablemente al tener que ser reubicados. Si puedo asegurar que a mí me costó un cierto trabajo encontrar uno. Claro que también puede ser debido a que mi falta de visión aumenta día a día sin que pueda evitarlo. Por si acaso pregunté a algunos ciudadanos y su respuesta vino a corroborar mi diagnóstico que, por otra parte, salta a la vista. Pensándolo bien ¿le importa a alguien que existan más o menos buzones de correos? Con sinceridad, diría que no; a excepción de la época navideña que se viene encima su utilización es casi, casi, raquítica. Tristemente el ordenador y el móvil nos hacen las veces. Progreso... ¡ay!

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