Cerrar

FRAGUA DE FURIL Manuel Cuenya

La drogada o La Parada

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

La drogada o La Parada. He ahí el dilema. Esto es como el ser y no ser shakespeariano. O el tener o no tener de los tiempos posmodernos. Tanto tienes, tanto vales. Últimamente el personal se queja de que hay mucho toxicómano paseando sus "angustiales" existencias por La Parada de Autobuses de Ponferrada. Al parecer, los drogatas de turno han descubierto en esta parada su guarida, su refugio atómico, anatómico, viajero, "tripero". Pobrecitos enganchados y apestados de esta sociedad sucia en la que nos movemos como lobos esteparios, lobos en el páramo helado de los sentimientos. Es probable que esta gente haya elegido La Parada de Autobuses como lugar de encuentro con la población flotante, viajera, que es una población con la que a buen seguro se encuentran muy a gusto. En el fondo y bien mirado son almas gemelas, aunque sus puntos de vista y de vida difieran en algunos asuntos. Todo hay que decirlo. No vaya a ser que algún prójimo susceptible se encreste y se ofenda. Uno, en esencia, se siente viajero y ciudadano del mundo. En cierto modo, quien se chuta es un viajero, un viajero a su guisa y estilo, un viajero de interiores soñados y paraísos artificiales, como lo fueran Allan Poe o Thomas de Quincey, un viajero que aún aspira a conocer un universo en el que los hematíes de la sangre humana, por poner un ejemplo ilustrativo, acaso didáctico, parecen un campo de hongos apiñados o un vertedero de neumáticos usados. A decir verdad uno nunca ha tenido ni un solo problema con esta gente en La Parada de Autobuses de Ponferrada. Tocamos madera, al menos por el momento, que uno nunca sabe lo que le puede deparar el destino, suponiendo que el destino, como tal, sea algo palpable, real, definitivo. Tampoco uno se ha topado de frente con estos tipos, que algunos consideran peligrosos. En un sitio como Ponferrada, donde por fortuna no hay mayores sobresaltos ni por robos ni por asesinatos ni siquiera por agresiones físicas, sorprende que de repente se planten unos drogatillas en la estación de autobuses y éstos amenacen a los viajeros. Es evidente que no estamos habituados a convivir con los esquinados de la sociedad, y nos da como mucho pánico que se nos acerquen y nos hablen, aunque ellos tengan buenas intenciones y en sus corazones no anide ninguna podredumbre, salvo la de haberse entregado a los sabores y/o sinsabores de la droga. Tendemos a rechazar de entrada a quienes consideramos descarriados. Vivimos en un mundo asquerosa y jodedoramente clasista, brutalmente esquizoide, dividido, desdoblado. El hombre sigue siendo un lobo para el hombre.

Cargando contenidos...