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DESDE MI RINCÓN Rita Prada

Peor... imposible

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León

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Las reuniones para el traspaso de competencias emprendidas, hace ya no sé cuantos años, entre la Junta de Castilla y León y el Consejo Comarcal del Bierzo llevan camino de ser recogidas en el libro Guinness de los records y no precisamente por su número sino por la marcha atrás que se practica cada vez que ha lugar al entendimiento. Cuando todo parece que está atado e incluso fijada la fecha descentralizadora, el gobierno autonómico siempre encuentra un algo que paraliza la cesión; incapacidad gestora de la nueva institución, acusaciones de falta de honradez del equipo gobernante, mal uso de los fondos asignados, conveniencia de que el pacto local sea aprobado, son algunas de las razones que se esgrimen para que el proceso no sea viable. El insulto grosero y la descalificación permanente forman parte de la vida política cuando no se reconocen las propias incapacidades. Así, llevamos once años a la espera de que dejen de enseñarnos la patita y nos abran la puerta definitivamente. ¿Será después de las elecciones de mayo del 2003?; dependerá de las circunstancias y condiciones de los resultados electorales que se produzcan en esta deslavazada e irrepetible comunidad autónoma donde nos ha tocado vivir. Esta falta de sensibilidad e incapacidad de gestión del gobierno autonómico se extiende a toda la región. La carencia de una planificación política ordenada obliga a gobernar a salto de mata, a solucionar los problemas cuando no queda más remedio, a priorizar necesidades superfluas en detrimento de necesidades reales, a vender imagen personal en lugar de emplear esos medios en reforzar el bienestar del ciudadano, a controlar el poder económico por si acaso vienen mal dadas y a distribuir prebendas que ocultan comportamientos caciquiles dependiendo del grado de simpatía que tales hechos provoquen en el gobernante. Todo ello ha conducido a una región autonómica desvertebrada y esclerotizada, incapacitada, por pura decisión de sus habitantes, para articular cualquier tipo de protesta reivindicativa y en la que muy pocos creen. Es tal el grado de pasotismo de los ciudadanos que se hace creíble aquello de "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer", lo que nos aboca a una inercia desesperante, incomprensible desde el punto de vista de la dignidad. Pero, ahí está. Claro que todo esto no es sólo mi opinión, que ya he expuesto en más de una ocasión. El Centro de Investigaciones Sociológicas ha publicado una encuesta, recogida en todos los medios de comunicación, donde un número importante de ciudadanos piensan lo mismo.