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FRAGUA DE FURIL Manuel Cuenya

Pornoweb política

Publicado por
León

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Ya sabíamos que el hombre es un animal racional y político, luego suponemos que también es un animal sexual. Pero lo que nos faltaba por saber -ingenuos que nos mostramos algunos- es que determinados políticos, o politiquillos, tienen una gran afición a las pornowebs, que es como decir a las porno-churris. Lo de pornoweb suena a huevamen pornogáfico, a criadilla sicalíptica, a molleja depravada, a capullo en su salsa, que es la salsa que se baila en el Caribe, y aun en otros jardines, huertos de delicias turcas, holandesas, tailandesas... puro meneíto cha-cha-chá, sabrosito, mamacita, sabrosón, mi pinche escuincle, te digo que esa chamaquita está mango, cabrón, y esa de al lado ni te cuento, viejo, vaya cuerazo, güey, «salsiemos» capullos en salsa rosa, y que se la zampen los cerdos antes de que a algún matarife, cuchillo en mano, le aseste una puñalada en todo el corazón al marrano que estaba cebado para el San Martino, quería decir el San Martirio. Jugar con las palabras es algo que nos entusiasma, habida cuenta que las palabras son ahora nuestras musas y amantes más fieles. La fidelidad -qué palabrón- no es más que una cuestión de huevos o de feromonas. A lo mejor la fidelidad es un cuento de pelleja, nomás. No me juegues la pelleja, animal, que me levantas la parejita, y así no hay dios quien cante. Ándale, carnalito, que para pronto ya es tarde, y no te nos vayas a salir de salsa, que está sabrosísima, y el caldo político está servido en porno-huevo, flanín, y aun en porno-chacha, esa gachí despampanante que se le aparece al político y/o voyeur de turno mientras asiste a un pleno de la Cámara, la récamara y la recontracámara. Joder con los diputados del PP -entre ellos algún bercianito atlético, olímpico-, cómo se las gastan. Híjole, manitos, os acaban de chingar bien chingados, y eso por andar echándole el oclayo, el mero ojito, a las güilas que se ofrecen a los internautas de la ciudad roja, a los farolillos cruzados de la intendencia putañera. En verdad que algunos diputados, puteados a resultas de los plenos a los que asisten, se salen de madre y se ponen motorolos perdidos. Es como si perdieran la conciencia política en aras de un sexo servido en pantalla fría. El cibersexo es como el demonio de la posmodernidad precoital o postcoital, que acosa al personal cuando éste se aburre, y no encuentra mejor pasatiempo que entrarle a las páginas guarras. La próxima vez ándense con cuidadín, que en un diputado plenario no queda ni medio bien colgarse de esos angelotes que se te abren de orejas mientras comulgan con algunos capullos-salidos en la sacristía obscena de los «internés».

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