Festival blanco, tragedia negra

Hoy me encantaría hablarles de una maravillosa niña a la que pretendo escribir en versos alexandrinos, a pesar de que lo mío no es la lírica ni lo de los hemistiquios, sobreponerme al pudor y a la vergüenza y relatarle a Tristana alguna aventurilla parabólica de esas a medio camino entre la mentira y mi fascinación perruna. Podría contarles los maravillosos lunes en el Punto, cuando me quedo con los de León y compañía, carpeta en mano y entre canción y berreos nos contamos la vida y algo más. Querría narrarles las más increíbles anecdotillas universitarias del Campus berciano, de las reuniones tras las clases, de las fiestas, de los sábados noche.... Que si tal se lió con cual y patatín y patatán. Incluso, como se le ocurrió anteayer a la siempre brillante Bea a la hora de comer : "Podrías hablar sobre la Fiesta blanca de Tokio y la tragedia negra de Galicia". Pero no, me la suda que el Real Madrid gane la Toyota Cup, como hubiera dicho mi hermano Carlos, y solo me centraré en la segunda parte de tan lúcida exposición por parte de la simpar cañonera. Sí, obviaré que hoy es el día de la Constitución y que en ella se garantizan unos mínimos para todos los españoles. Que el gobierno debe garantizar esos derechos o por lo menos remediar aquellos males o negros presagios, vengan por tierra o por mar, que por accidente o dejadez puedan acaecer. Incluso ni si quiera les voy a escribir sobre el día de la Inmaculada Concepción que se celebra el próximo Domingo. Hoy quiero referirme en este artículo a un lugar desde hace unos días menos inmaculado, a unas gentes cuya honradísima y estoica manera de vivir se ve truncada por culpa de un desprestigiado buque llamado Prestigio ("Prestige") y a una Valleinclanesca o esperpéntica acumulación de despropósitos. Y es que Galicia se muere y resulta que sólo le preocupa a una bizarrada de 40 millones de españolitos que cada cuatro años vota en las urnas a unos desinteresados señores para que les aporten soluciones y les protejan. Y cientos de bizarros acuden este finde (muchos alumnos de forestales llevan varios días limpiando de crudo animalitos) desde toda la Iberia para ponerse el mono de faena y, con la ayuda de las meigas, ayudar a espantar lo ya inevitable llámese petróleo, crudo, lo negro... Pero entre tanto compañerismo, tanta tensión y tantas crónicas anunciadas de una inabarcable desgracia, esos desinteresados señores a los que rigen nuestros destinos se vestirán de bonito, se enviarán cartas y se les llenará la boca con la palabra democracia, cumpleaños contitucional y demás vainas. Hasta ayer no mandaron a las fuerzas vivas, pero no pasa nada, Spain itïs different..