Diario de León

MOLÍN AMPUERO Manuel Cuenya

El Sida y los virus informáticos

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León

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Si en tiempos fuera la peste negra la bestia segadora de las vidas de muchos incautos, el sida es hoy el baile siniestro de la muerte. La muerte de muchos millones de personas. Uno ya no sabe donde ocultarse, donde enjaular sus instintos de primate abusado, donde esconder su hábito de monje atrevido, pues el sida incuba su ponzoña en el huevo de una serpiente universal. El huevo cósmico de la extinción. Una serpiente alada que descarga misiles sobre la faz de la tierra y la jeta atolondrada de los monos que copulan en los atardeceres rosa de la re-creación. No es cuestión de ponerse en plan catastrófico, pero sí debemos ser conscientes y precavidos a la hora de enfrentarnos a los peligros que acarrea el cochero de la muerte, disfrazado ahora con el mantón sagrado del engaño. Por un lado, tenemos la plaga del sida que nos persigue con su hacha de violador en chándal, y por otro lado, que a buen seguro es el mismo lado pestífero y putañero, contamos con la presencia de bichitos malvados en la red informática, desordenada, alocada, majareta perdida. Los piratillas informáticos, los informatiquines cabroncetes, no hacen más que jodernos con sus mensajitos. Mensajes que nos envían envueltos en papel vírico, mortal. No importa que uno esté avisado de la maldad mensajera, informática. No vale con que te digan que no se te ocurra abrir un archivo desconocido. Es como si te dijeran, como nos han dicho desde las esferas eclesiales y papales, que dejes de chingar con desconocidas, que en ello te puede ir la vida. Vale, lo que ustedes digan. Y a mandar, que para eso estamos. Uno debe ser precavido en todo momento, decía, mas no podemos apartarnos del circuito cósmico, mundano. Podemos convertirnos en eremitas, simones del desierto, o en lo que sea, no obstante, siempre nos tendrán agarrados por los huevos. Y no da la impresión de que tengamos escapatoria en este laberinto de espejismos y perversiones. Siempre cabrá la posibilidad de que te pillen a la trampa, en pleno desconcierto, sin que te dé tiempo a reaccionar. Nadie está a salvo en este buque a la deriva, que raja sus negruras en el mar de la muerte. A cualquiera se le pueden buscar las vueltas y las cosquillas. Los piratas de la informática seguirán ametrallándonos con sus "emilios-obuses" letales. Y acabarán hundiendo las proas y las prosas des-ordenadas de nuestros cerebros. Hace unos días se me coló un virus por la puerta grande del ordenata laboral y me zampó todo lo que allí tenía guardado. Uno guarda en el baúl de los recuerdos para que venga un hijo de puta cualquiera a poner fin a tus recuerdos y tus sentimientos informativos.

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