Diario de León

LA GAVETA César Gavela

Los Barrios de Salas

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León

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Unos chavales de Ponferrada fuimos a jugar un partido de fútbol a Villar de los Barrios en un remoto mes de junio. Caminamos mundo adelante y nos plantamos en el Villar sudorosos y maltrechos, aunque no por ello vencidos de antemano. Llegamos al poco a un paraje que llamaban "el maire" o algo así, un prado sin río vecino, a la entrada norte del Villar, y allí nos estaban esperando los lugareños. Era un tiempo en que había gran distancia y escasa concordia entre los muchachos de la ciudad y los del campo, y pronto intuimos que aquellos adolescentes del Villar no sólo iban a actuar como rivales deportivos, sino que también aspiraban a saldar otras oscuras cuentas con nosotros. Jugaron en todo momento con una garra de disparate y al final, cuando marcaron el gol de la victoria, lo celebraron con una emoción tal que casi nos alegramos de perder. Desde entonces he vuelto muchas veces al Villar y a Salas, menos a Lombillo, y siempre he sentido que esos tres pueblos tienen un sabor propio dentro del universo berciano. Un encanto que proviene de su belleza arquitectónica. Una armonía de castaños y de piedras barrocas. De templos entre los árboles, de plazuelas nobles. En las bodegas del Villar, de Salas y Lombillo uno siente que está en una médula del Bierzo. En uno de sus corazones, como también lo son Molinaseca, la alta Valdueza, el castro de la Ventosa, Villafranca o el casco viejo de Ponferrada. En Los Barrios, aunque nadie cante, siempre parece que detrás de esta puerta o de aquella ventana hay un hombre maduro que se emociona y sueña mientras canta al melancólico estilo del Bierzo. La gente de los Barrios está muy enraizada en su memoria, aunque viva lejos, y caigo ahora en que cada uno de los tres pueblos de ese pequeño reino ha sido la cuna de un hombre singular, aunque todos muy diferentes entre sí. De Lombillo es nuestro académico don Valentín García Yebra, gran humanista grecolatino y maestro de traductores. De Salas era Manuel Girón Bazán, el más bravo guerrillero del maquis leonés, y en el Villar nació y vivió mi amigo Adelino Yebra, un personaje decimonónico que regentaba un museo que era una caja de sorpresas antiguas, de brumosas leyendas y de delicadas falsedades. Por todas esas cosas, y por muchas más que olvido, creo que es una buena noticia que el ayuntamiento de Ponferrada se proponga aprobar un plan para mejorar el patrimonio urbanístico de estos tres lugares pacíficos y vegetales, aristocráticos y populares a un tiempo, cercanos y misteriosos a la par: Salas, Villar y Lombillo.

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