DESDE MI RINCÓN Rita Prada
Se nos va el año
Estamos en la recta final de este capicúa 2002 que, al igual que los precedentes, comenzó con el firme propósito de dar cumplimiento a las promesas, mezcla de deseos y buenas intenciones, que todos los primeros de enero nos auto imponemos y que poco a poco, cual las hojas del calendario, van quedando en el camino del olvido pero simulando que circunstancias ajenas a nuestra voluntad nos relevan de su ejecución. En el ámbito común dos acontecimientos han marcado el discurrir del año 2002. El primero era de general conocimiento: el cambio de moneda y sus consecuencias. El segundo hizo su aparición sin que nadie reclamase su presencia, surgió inesperadamente: la marea negra y sus terribles consecuencias. En ambos el Gobierno de la Nación no ha sabido controlar las situaciones. Se veía venir que el euro iba a desestabilizar nuestros bolsillos pero nunca al extremo a que hemos llegado. Los redondeos han sido el timo de la estampita, el céntimo arriba o abajo nos ha dejado sin aliento y con el sueldo vapuleado y resoplando. Una cosa es redondear céntimos y otra cosa es equiparar las añoradas cien pesetas al nuevo euro; la diferencia son sesenta y seis coma tres ochenta y seis pesetas. Nueva moneda nuevo poder económico, eso sí, la paga mensual inalterable. La única forma posible de contrarrestar tal descontrol ha sido el retraimiento del consumidor que ha visto mermado su poder adquisitivo. La gran subida de los precios de primera necesidad ha obligado a unos a cuidarse en salud y a otros, los ha hundido, si cabe más, en la desgracia. Las predicciones del gobierno fueron acertadas: el IPC no subirá. El mismo acierto ha demostrado con las soluciones aportadas ante la marea negra que nunca existió. Los profetas mayores del Antiguo Testamento quedan en pañales comparados con los profetas gobernantes. Dijo el delegado del gobierno en Galicia "hay previsión de que la mancha no llegue a tocar las costas gallegas"; primer pleno. Para no ser menos el ministro de agricultura remacha "no temo una catástrofe ecológica ni grandes problemas", segundo pleno. Como rectificar es de sabios el ministro de fomento dice "la profesionalidad del "Ría de Vigo" está fuera de toda duda" para días después desdecirse "El Ría de Vigo ha incurrido en un claro incumplimiento de contrato", pleno al quince. Así no hay quien pueda, todo y todos están empeñados en llevarles la contraria. No hagan caso, estas ideas calenturientas sólo pasan por mi imaginación, ¿por qué, precisamente yo, tengo que preocuparme de este tema si el resto de los españoles no lo hace?. El CIS me deja con el culo al aire.