Diario de León

EL MOLÍN AMPUERO Manuel Cuenya

La Nochevieja: delirio filosófico

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Se acaba un año que a uno se le antoja movidito. Movida y confusión. Todos los años llegan a su fin. Ha habido olla, cebolla y sardinas en escabeche. Cine y sardina. Cine y frijoles negros. Tiempo de esperanza. Sangre de neón. Cuchillos carnívoros. Puñaladas traperas. Visitas al centro de la tierra. Volcanes en erupción. «Bailemos los vivos en el borde del cráter, una última danza agónica» (H. Miller). Mareas negras. Viajes a los archipiélagos vikingos. El Vikingo era un personaje de infancia. Encuentros en la tercera fase con las sirenitas. Campanadas a medianoche. Uvas pasas. Canales por los que fluye cerveza, ginebra y whisky. «Amo todo lo que fluye», dijo el gran Milton. «Amo todo lo que fluye, todo lo que contiene el tiempo y el porvenir, que nos devuelve al comienzo donde nunca hay fin» (Trópico de Cáncer). Viajes a lagos románticos y fantasmagóricos. Viajes al final de la noche. Noches salvajes. Las mil y una noches en el desierto. Visiones alucinantes. Cielos protectores. Cielo sobre Berlín. Cielo de plata que se desvanece. Noche cielo luna, encarnada, color del antojo. Las alas del deseo. La vuelta al día en ochenta mundos. Amores imposibles. Amores perros. Historias extraordinarias. Músicas posibles. Acordeones líricos. Películas conmovedoras. Lugares comunes. Diálogos excitantes, pasionales, platónicos. Para aprender hay que ser humilde. No lo olvides, estimado lector. Situaciones esperpénticas. Teatro de marionetas. Momentos inolvidables. Emociones perfumadas. El olor de la fruta cremosa. Aires corrompidos y aun viciosos. Basura por un tubo. El tubo catódico de la memez. Verbos carnositos. Como para degustarlos al amor de la lumbre. En la hoguera de las convulsiones. Un año puede dar mucho de sí, aunque a uno le resulte imposible recuperar todas esas imágenes que se nos presentan en la pantalla de la vida. Ahora sólo nos queda pendiente la Nochevieja, que no es ningún ángel caído/azul ni ninguna Madonna, sino la madre de los dioses -según Hesíodo- y las diosas. La caída de los dioses y las diosas en una noche de blanco satén. Noche de copas en alto. Chín-Chín. Salud. Noche en blanco paloma y escarchado para aquellos que aún aspiran a redescubrir los amaneceres fluido rosa. Amanece que no es poco. Mientras amanezca seguiremos estirando el espacio-tiempo. Qué poético se torna el verbo cuando la lengua acaricia otras lenguas coloridas y musicales. No te arrincones más a delirar, te susurra la voz de la conciencia. Seguiremos releyendo el Ulises de Joyce.

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