Diario de León

Reconocimiento en Ponferrada

Una glorieta para el fraile que ayudó a inventar el cine

Coalición por el Bierzo propone dedicar la rotonda del Cine al sacerdote Mariano Díez Tobar, del convento de los padres Paúles de Villafranca, que en 1892 se adelantó a los Lumiére con el invento de un primer cinematógrafo

Mariano Díez Tóbar (dcha.) y el padre Santín, en Villafranca. DL

Mariano Díez Tóbar (dcha.) y el padre Santín, en Villafranca. DL

Ponferrada

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El cine no sería lo que es sin los hermanos Lumiére. Y los hermanos Lumiére no hubieran dado con la clave para sincronizar el movimiento del cinematógrafo sin un cura burgalés, uno de los frailes del convento de los padres Paúles de Villafranca del Bierzo, que en el año 1892 inventó un primer aparato para proyectar imágenes que se adelantó en tres años al de la pareja de fotógrafos franceses.

Se llamaba Mariano Díez Tobar, durante décadas ha sido un genio desconocido — inventó otras creaciones portentosas como una máquina de escribir que trasladaba al papel las palabras que le pronunciaban— y solo en los últimos años, gracias en parte al trabajo de un cineasta como Rodrigo Cortés, que ha rastreado su historia, su figura ha comenzado a ser conocida y ha dado incluso el salto a programas de televisión tan populares como Cuarto Milenio . Ahora, el grupo de Coalición por el Bierzo (CB) que forma parte del equipo de gobierno de Ponferrada quiere que la ciudad reconozca la contribución de Tobar al invento del cine añadiéndole su nombre a la glorieta del monumento que en su día diseñó el artista Pepe Carralero para representar en acero corten un rollo de fotogramas.

El cierre de la Escuela de Cine ha desvirtuado el monumento y CB quiere devolverle su razón de ser dándole el nombre de Mariano Díez Tobar a la glorieta. LDM

El cierre de la Escuela de Cine ha desvirtuado el monumento y CB quiere devolverle su razón de ser dándole el nombre de Mariano Díez Tobar a la glorieta. LDM

La escultura que homenajea al cine cerca del campus, recalcan en la formación del concejal Iván Alonso, ha perdido en los últimos años «su razón de ser» con el cierre de la efímera Escuela de Cine adscrita a la Universidad de León. Y es el momento de darle un nuevo contenido simbólico con la figura de Mariano Díaz Tobar. Por eso, CB presentará su propuesta en una próxima Comisión de Cultura. Y también tiene intención de contactar con el Instituto de Estudios Bercianos para plantear la celebración de unas jornadas sobre el inventor, o incluso crear un premio de investigación. No en vano Tobar, además de inventar máquinas que se adelantaban a su tiempo, fue el impulsor del Gabinete de Historia Natural del convento de los Paúles —embrión del actual museo—, al que llegó destinado en el año 1900.

Sincronizar el movimiento

Pero es su contribución al invento del cine lo que más llama la atención del sacerdote nacido en 1868 en la localidad burgalesa de Tardajos. Contaba el cineasta Rodrigo Cortés en un artículo publicado hace dos años en el periódico ABC que Mariano Díez Tobar, fascinado por las sombras chinescas, dio con la clave para reproducir las imágenes en movimiento y sus ideas—difundidas en una conferencia que ofreció en 1889 en Barcelona y donde autorizó a los presentes a llevarlas a la práctica— hicieron posible que el ingeniero francés A. Flamereau, representante en España de los hermanos Lumiére, construyera con su permiso y con sus anotaciones un primer aparato en torno a 1892. El de Díez Tobar todavía se conserva hoy en el Museo Etnográfico de los Milagros de Baños de Molgas (Orense).

Tobar también le entregó a Flamereau «la fórmula matemática para sincronizar el paso de la película con la cruz de Malta del obturador, base, prácticamente, del éxito futuro de los Lumiére», algo que traía de cabeza a los investigadores de medio mundo, añade Rodrigo Cortés. Así que no es de extrañar que, agradecidos, los hermanos Lumiére invitaran al sacerdote en 1895 a la presentación de su cinematógrafo en España.

Pero Díez Tobar no se quedó ahí. Cortes cuenta que en Villafranca, el genio del convento construyó un reloj cuya cuerda era la voz de un hombre y otros aparatos prodigiosos como el icocinéfono, que aplicaba el sonido del fonógrafo a las imágenes en movimiento y se adelantó nada menos que al cine sonoro.

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