Retrato de un mártir
¿Héroe? ¿Insensato? ¿Mártir de la clase obrera? Quizá haya sido Joaquín Antonio Suárez las tres cosas a la vez, aunque el eco de su muerte hace cuarenta y dos años se desvanezca y su retrato colgado en la pared de un despacho vacío del edificio sindical de Fabero — sin uso más allá de la intención de CCOO de abrir un Archivo de la Minería— no le diga nada a muchas de las personas que han entrado allí en los últimos años. El cuadro lo pintó un artista aficionado, Ángel Vieiros. No cobró nada. Y tiempo después, dejó el Bierzo para irse a Valencia. La mujer de Joaquín, Aurora, rehizo su vida con otra pareja y tuvo un bar un Toreno. Y su hijo, cuentan en CCOO, es cocinero en el sur.