Fútbol en la piel
El hombre que se tatuó al Real Madrid
■ Rubén González lleva 50 tatuajes en el cuerpo, casi todos de su equipo de fútbol, por el que siente devoción ■ Ya le hace sitio a La Cibeles
«La gente puede decir que soy un friki, pero yo no me meto con nadie, esto es un sentimiento y nunca me voy a arrepentir», le dice al periodista Rubén González de la Mata , vecino de Cubillos del Sil , pintor de profesión, antiguo delantero centro que regateaba bien, pero iba mal de cabeza en equipos de ámbito comarcal como el Villadepalos, el CD Cubillos o el Toralense; el hombre que se está tatuando, literalmente, al Real Madrid en la piel .
Minutos después, en la banda del estadio del Toralín por cortesía de la Sociedad Deportiva Ponferradina, Rubén —que se ha gastado miles de euros en 50 sesiones de tatuaje en los últimos veinticinco años, posa para este periódico en pantalón corto y camiseta (del Real Madrid), justo después del entrenamiento matinal de los sábados de la Deportiva. Y le señala al fotógrafo el primer escudo de su equipo que se tatuó en un tobillo cuando era adolescente y empezaba a seguir al Real Madrid por los estadios. «Hasta en tu peor día estaré contigo», es la leyenda que lo adorna.
Rubén es un lienzo. Acude al encuentro con Diario de León con una mascarilla que lleva una imagen del presidente del Real Madrid —«un hombre que siente los colores», dice— y un emblema que revela su devoción por el directivo que creó el equipo de los galácticos que tanto le ha hecho disfrutar; «Su florentineza » se lee.
Entonces se sube la pernera para que el fotógrafo capte otra leyenda impresa en la pierna derecha con otra declaración de intenciones: «No soy Madridista de corazón, porque el corazón un día se para. Soy Madridista del alma , porque el alma es eterna». Un poco más allá, luce como un recordatorio la Copa del Mundial de Clubes que el Real Madrid ganó en 2016. «Fue fantástico. Estuvimos una semana en Yokohama para verlo». Hace calor. Y falta lo mejor. Rubén se quita la camiseta y enseña su último tatuaje; un vikingo —otro emblema del Real Madrid— grabado veinticuatro horas antes por uno de los artistas del estudio Metal Tattoo León entre el bíceps y el tríceps y el deltoides del brazo izquierdo. «Este ha dolido», le decía el día anterior al periodista cuando preparaban el encuentro en el Toralín, «pero por el Madrid lo que haga falta ».
Y lo mejor continúa en la espalda, convertida en un libro abierto donde está escrito el himno del Real Madrid. «También me gustaría tatuarme el himno del Centenario, pero no me queda sitio», dice. En el brazo derecho se lo está haciendo a una de las figuras que quiere llevar con él a todas partes porque es donde el Real Madrid celebra sus triunfos. «Voy a borrarme este sol, que no me dice nada, para que me tatúen la estatua de La Cibeles ». También busca sitio —tiene claro que ni la cara, ni el cuello son lugares adecuados— para que le impriman con tinta azul el estadio Santiago Bernabéu. El nuevo y el viejo.
Nada le hace sombra al Real Madrid en el cuerpo de Rubén González, Si acaso, su madre. Josefa , se llama, y su nombre también aparece en letras góticas en uno de sus antebrazos. «Es lo más grande», dice de ella.
Y Rubén, unas horas antes de que el equipo por el que siente devoción gane de nuevo la Liga, extiende los brazos, como si quisiera envolver en un abrazo al estadio vacío del Toralín.