En la memoria
Pétalos para evocar a los antepasados
Los descendientes de Posada y Bárcena del Río, los dos pueblos que quedaron sepultados bajo las aguas del pantano de Bárcena hace más de 60 años, recuperaron la ofrenda floral ‘in memoriam’
Más de 60 años después de que medio millar de vecinos de Posada y Bárcena del Río tuvieran que abandonar sus pueblos, sus casas y a sus muertos para dejar paso al agua de uno de los pantanos más importantes de la cuenca Miño-Sil, estos siguen rindiendo homenaje a quienes quedaron allí enterrados y a su propia historia. Solo la pandemia del coronavirus frenó dos veces una tradición instaurada hace 14 años a orillas del embalse de Bárcena. Ayer, los pétalos volvieron a flotar sobre las aguas del pantano en el que fue el acto central de la romería organizada por la Asociación de Romeros del Pantano de Bárcena.
Cerca de 200 personas se concitaron en el entorno del bautizado como ‘Bosque de los recuerdos’ para festejar y recordar. Hasta allí llegó la comitiva que, desde Bárcena de Bierzo, procesionó tras el tractor que portaba las imágenes de los patrones de ambas localidades, San Roque (Posada) y La Magdalena (Bárcena). Había vecinos, autoridades y también los romeros de honor de este año, que han sido dos: La Asociación Leonesa del Camino Olvidado, que pasa próximo al lugar en el que se celebra la romería, y la delegación de La Nueva Crónica en el Bierzo. Sus representantes recogieron el diploma que les acredita como tal antes de continuar con la fiesta. Hubo procesión y ofrenda, sí, pero también misa, comida popular y baile de tarde.
«Es un honor haber podido recuperar este homenaje a nuestros antepasados», aseguró el presidente de la asociación organizadora, Elidio Rodríguez. Ascendientes doblemente sepultados, por la tierra y la inundación, que siempre están en el recuerdo de quienes, anualmente, regresan a la orilla del pantano con ánimo de rendir tributo. Descendientes que no olvidan sus raíces y miran al agua buscando el reflejo de su pasado, doloroso por lo que dejaron atrás. Porque un pueblo no es solo un lugar, un pueblo es el hogar. Y el sentimiento de pertenencia no se apaga con los años. Bárcena y Posada del Río son dos claros ejemplos de ello.