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El derribo del vano del viaducto del Castro durará de dos a tres días

Ponferrada

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Bajo la lluvia que en el Norte llaman calabobos, en medio de un frío extraño en un verano castigado por sucesivas olas de calor, dos técnicos encaramados en lo alto de una grúa dirigían ayer por la mañana y mediante control remoto al robot que, bien sujeto a la pluma, taladraba la plataforma del último vano del viaducto del Castro en sentido a La Coruña, a la altura del kilómetro 430 de la A-6, que todavía se mantenía en pie, después del colapso que sufrieron los dos adyacentes el 1 y el 3 de junio pasados. En el plazo de tres días, y debilitado por el taladro, el vano deberá caer por su propio peso sobre la ladera del municipio de Vega de Valcarce donde ya reposan los restos de las dos plataformas desplomadas por causas que todavía investigan un equipo de 60 especialistas de diez empresas de ingeniería y construcción.

Cuando eso ocurra, decía ayer el subdelegado del Gobierno en León, Faustino Sánchez, llegará el momento de la «ingeniería forense». Los expertos analizarán los restos caídos —y está por ver si también caen las pilas que a primera hora de la mañana de ayer aún sostenían el vano— y buscarán pistas para saber qué le ha pasado a un viaducto construido hace apenas un cuarto de siglo. Con todos esos datos, retirados los escombros, y resuelto el enigma que esconde las causas del accidente, será cuando el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) afronte la tarea de reconstruir el viaducto y reanudar el tráfico en la A-6 que comunica el Bierzo y la meseta con Galicia. ¿Cuanto tiempo será eso?, fue una de las preguntas que ayer le hicieron los periodistas a la jefa de la Unidad de Carreteras de Lugo, Beatriz González, que acompañó a Sánchez y a la subdelegada del Gobierno en Lugo, Isabel Rodríguez, durante la visita que realizaron a la zona, acompañados del alcalde de Piedrafita, José Luis Raposo, para supervisar el comienzo de la delicada operación. Pero González tampoco tenía ayer la respuesta.

El subdelegado del Gobierno en León, Faustino Sánchez, con la subdelegada en Lugo, Isabel Rodríguez, y el alcalde de Piedrafita, José Luis Raposo responden a las preguntas de los periodistas. ANA F. BARREDO

Cautos, los técnicos que dirigen el derrumbe tampoco se atrevían ayer a adelantar en que momento la labor de la taladradora provocará el derrumbe de la plataforma y el vano se vendrá abajo. «De dos a tres días», aventuró la responsable de Carreteras, que reconoció que desconocen «si caerán las pilas o quedarán en pie» después del derrumbe provocado del vano y en qué momento exacto se producirá. «¿Podemos hacer una porra?» respondió con buen humor ante la insistencia de algunos periodistas.

Mientras Gónzález se hacía cargo de las explicaciones técnicas desde la ladera de enfrente a la A-6, por donde discurre el trazado más antiguo y sinuoso de la primera carretera de Madrid a La Coruña, el robot manejado por control remoto continuaban picando la losa para debilitar el tablero y en la distancia se apreciaba el polvo que levantaba el taladro. La seguridad de los trabajadores que provocaban el derribo era una prioridad.

«Prioridad» fue también la palabra que empleó la subdelegada del Gobierno en Lugo para insistir en «el compromiso del Gobierno con las conexiones viarias de Galicia». Recuperar el tráfico en la A-6, una vez que se conozcan las causas del derrumbe y se adopte una solución para reconstruir el viaducto, «es una prioridad», recalcó Isabel Rodríguez. «Hoy damos un paso importante para retirar el vano adyacente a los dos vanos derrumbados y retirar a continuación los restos de esos tres vanos, de cara a la solución definitiva», afirmó, consciente de que la conexión de Galicia con la A-6, afirmó, «es vital para la ciudadanía gallega y para el tejido empresarial». Lo que ha llevado al Gobierno a contar «con los mejores técnicos especialistas a nivel mundial y las mejores empresas para acometer todas las actuaciones y restablecer cuando antes la normalidad». Para saber cuánto tiempo será necesario habrá que hurgar, eso sí, en los posos del puente .

 

Inicio de la operación de derribo. Foto: ANA F. BARREDO