Una casa vieja a punto de caer

Elena Morán jugó muchas veces de niña en el lugar, ocupado durante algún tiempo por un establo, donde enterraron a Jerónima Blanco y a su hijo Fernando. «Se decía que había gente enterrada, sí», recordaba ayer tras el acto de homenaje. La fosa, exhumada en 2008, se encontraba a espaldas del número 336 de la avenida de Portugal que Jerónima habitó con su marido y con su hijo. La vivienda, sin propietario conocido, es hoy una ruina y Morán, emocionada, se preguntaba si no seria posible expropiarla antes de que se caiga para abrir una plaza que de lustre al monolito.