Un equipo de voluntarias ha trabajado más de 900 horas

Hisopos de algodón, un detergente suave y mucha paciencia es lo que ha empleado el equipo de diez voluntarias dirigidas por la restauradora Sofía Anta para limpiar las pequeñas y delicadas piezas de vidrio de los marcos y los espejos. El polvo de siglos había dejado una capa de seis milimetros que no ha sido fácil de quitar. Ahora el Camarín abrirá al público el día de la Encina y la Encinina y podrá visitarse durante una semana más después de las fiestas. También seguirá siendo un lugar para celebrar determinados actos litúrgicos y quedará ligado al futuro Museo de la Basílica.