«La Transición española no ha estado a la altura»

Los años parecen no pasar por Francisco Martínez López, ‘El Quico’, uno de los últimos guerrilleros antifranquistas vivos. La semana que viene cumple 97 años. Ayer, en Ponferrada, presentó sus memorias.

—¿Qué destacaría del libro?

—He vivido etapas muy marcadas por los acontecimientos políticos y sociales. En cada una de ellas, traté de guiarme por mis principios democráticos. Primero en la escuela, donde me enseñaron a vivir en armonía y democracia; después contra la dictadura... He vivido cerca de 40 años en el exilio...

—¿Como ve la España de hoy?

—Quizá hemos tenido muchas ambiciones de jóvenes, pero creo que esta España no corresponde con lo que merece esta sociedad. Falta cultura democrática, a mi entender. No hay la sensibilidad para la solidaridad que hubo en otros tiempos. Se vive en una sociedad abusada por el consumismo. Es difícil que se desarrollen criterios sociales, de clase, con los que no tienen nada, que viven como hemos vivido nosotros en otros tiempos.

—¿Y qué quiere trasladar con este libro?

—Una memoria de valores. No una memoria de la nostalgia o el rencor, no. Una memoria de unos valores que podrían dar a España otra perspectiva. Más moderna, dinámica y rica, para volver a estar a la cabeza de Europa como se estaba antes de 1936.

—¿Han vuelto las dos Españas?

—Las dos Españas es algo artificial. Son las secuelas del desencuentro que hubo en 1936 a 1939, y eso no se ha depurado, no se ha terminado.

—¿El último paso sería sacar de las fosas a todos los muertos?

—¿Por qué no? Pero eso tampoco cumple el objetivo completo del entendimiento entre españoles.

—¿Y qué falta entonces?

—Justicia. Hemos tenido un gobierno totalitario, hubo miles de muertos, asesinatos por crímenes de lesa humanidad... Eso debería haberse enjuiciado y, a partir de ahí, cumplen ya. Es como un preso que comete un delito y va a la carcel; después ya no tiene ese delito. Entonces sí se sientan las bases de una democracia que tiene como base fundamental la fraternidad y el entendimiento, y no el origen de dónde vienes, de qué patria eres, de que abuelo...

—¿Entonces la Transición española no ha servido para cerrar esa etapa, a su juicio?

—No estuvo a la altura. Hay elementos esenciales. Aquí por derechos de opinión se ha asesinado. Tenía que haberse juzgado, aunque fuera de forma simbólica, un juicio donde la lectura de la Historia, 20, 50 años después, sea científica, sobre las bases de la verdad. Así todo el mundo trata de cubrir su actividad. La Historia no la hacen los partidos políticos; la hacen los historiadores de una manera científica. Yo proclamo justicia y verdad.