La regeneración natural del suelo es evidente y la cobertura será completa el próximo verano
Han pasado poco más de dos meses desde que la Aquiana y todo su entorno ardieron como consecuencia del rayo de una tormenta de verano. Más de 1.400 hectáreas arrasadas durante varios días de fuego —el fuego se dio por extinguido 16 jornadas después de su inicio y llegó a ser declarado de nivel 2 del Infocal— dejaron un panorama desolador, pero la naturaleza ya ha empezado a obrar el milagro y la regeneración del suelo es ya una evidencia. Ayuda que la mayor parte del terreno quemado fuera superficie de brezo y carqueixas, que tienen un gran poder de rebrote porque concentran los nutrientes bajo el suelo.
«Se observa mucha regeneración, fundamentalmente por rebrote. Esto pasa porque la parte subterránea de las plantas aguantó el calor y las estructuras de reserva, los lignotubérculos, mantuvieron la acumulación de sustancias nutrientes. Esto hace a especies como el brezo bastante independientes de las condiciones del clima», explicó el ingeniero forestal y profesor de la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal del Campus de Ponferrada Fernando Castedo, preguntado por si es inusual tal capacidad de regeneración tras un verano tan seco.
El monte ha empezado a reverdecer sin ninguna incursión humana y el camino andado por la naturaleza seguirá en los próximos meses hasta llegar al verano de 2023 con una cobertura prácticamente total. Otra cosa es el arbolado. «Para finales del verano que viene ya debería haber una cobertura sino total, sí de más de un 70%», afirmó Castedo.
Las masas arboladas afectadas por el incendio de Montes de Valdueza eran sobre todo pinos. También había roble pirenaico, pero que la orden de extraer madera aprobada por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León se centre en la primera especie es porque es la que realmente puede dar problemas por acción de determinadas plagas. «Los escolítidos son específicos de los pinos. No hay otros que den lugar a esto en quercinias», explicó Castedo.
La resistencia de las plantas que han empezado a rebrotar tras el gran incendio de Montes de Valdueza se debe, en parte, a que están adaptadas al fuego por la recurrencia de los incendios. En todo caso, Fernando Castedo también incidió en que la capacidad de regeneración no es infinita. «Si se quema a menudo el terreno, los sustancias de reserva de las plantas se terminan agotando y la capacidad que tienen para regenerarse se pierde» explicó.