Diario de León

«En la cárcel me he encontrado gente igual de buena y mala que en la calle»

Interior concede la Medalla al Mérito Social Penitenciario al maestro berciano José María Alfonso, jefe de estudios de la prisión de Tenerife «Soy un pastor de Otero de Naraguantes», afirma

Victoria Bernaola entregó a Alfonso la medalla. DL

Victoria Bernaola entregó a Alfonso la medalla. DL

Ponferrada

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A los siete años pastoreaba las ovejas, las cabras y las vacas de los vecinos de su pueblo, Otero de Naraguantes, en la cuenca minera de Fabero. De veinteañero, con su título de Magisterio todavía tibio, fue ‘suplente’ durante un curso en la escuela de Espina de Tremor (Igüeña), en la cuenca minera del Bierzo Alto. Era 1983 y todavía asistían al colegio media docena de niños. Después trabajó en un taller, nada que ver con la enseñanza, y a finales de los ochenta se decidió por fin a sacar las oposiciones para ser maestro de prisiones. Tres décadas después de dedicarse al oficio de enseñar en el centro penitenciario de Tenerife, donde sigue siendo jefe de estudios, y cumplidos los 62 años a José María Chema Alfonso Martínez el Ministerio del Interior le ha concedido este otoño la Medalla de Bronce al Mérito Social y Penitenciario.

Y el viernes, además, fue uno de los protagonistas del espacio La 2 de TVE Un país para leerlo, dedicado a la biblioteca de 22.000 libros y al club de lectura de la prisión canaria. «Escribe bien grande que soy de Otero de Naraguantes», le decía ayer a este periódico un maestro muy querido por los presos, por los funcionarios y por la dirección de la cárcel canaria por su humildad. Y eso que enseñar dentro de una prisión le causaba mucho respeto cuando empezó.

«La primera vez que entré en un módulo tenía miedo», le decía Chema Alfonso a sus compañeros de equipo al recibir la medalla. Eso había sido durante las prácticas en la prisión de Herrera de la Mancha en Ciudad Real. Y ayer lo matizaba a Diario de León. «Más que miedo, sentí inseguridad y preocupación, no iba nada tranquilo. Pero esa sensación me duró muy poquito, porque enseguida me di cuenta de que las personas que están en la cárcel son como las que están en la calle, pero han cometido un error». Y añade para reforzar su afirmación: «En la cárcel me he encontrado gente igual de buena e igual de mala que en la calle».

Alfonso llegó a Tenerife en 1991. allí se casó con una ‘guanche’ y allí se desempeñó como maestro de presos hasta el año 2008. Durante los siguientes cuatro años ejerció como coordinador de Educación de Personas Adultas en la isla y en 2012 volvió a trabajar en el centro penitenciario, ahora ya como jefe de estudios. En la cárcel canaria, más de la mitad de los entorno a 900 presos —una gran mayoría de varones y solo una veintena de mujeres— se ha apuntado a las clases de enseñanza de adultos. También hay un grupo más entusiasta que participa en un club de lectura, o que elabora un programa de radio junto a Alfonso. Todo desde el salón de actos de la cárcel.

Chema Alfonso tiene claro lo beneficiosos que pueden ser los talleres para un preso y así se lo decía a TVE. «Todas las personas que reciben un tratamiento educativo en los talleres tienen muchas más probabilidades de no volver a prisión. Que se integren en la sociedad es la satisfacción más grande».

La prisión colabora con la Universidad de La Laguna y con el Festival de Cuentos de Los Silos, todo un hito en Canarias, además de organizar talleres de narrativa. La emisora de radio emite tanto programación grabada como en directo. Y en ocasiones, Alfonso encuentra aliados muy valiosos entre los presos, como es el caso de Andrés H. «Un delito lo trajo hasta aquí y parece que haya venido un ángel a ayudarnos».

Durante la entrega de la medalla de Interior en el despacho de la directora del centro penitenciario, Victoria Bernaola, Alfonso, no fue falsa modestia, compartió el reconocimiento con todo el equipo. «Si hacemos algo aquí, lo hacemos conjuntamente», les dijo. Pero no olvidó de dónde viene. «La verdad es que he sido pastor toda mi vida y fue mi madre la que me encaminó a la labor docente», añadió. Y ayer se lo repetía a este periódico: «No me considero importante. Soy un pastor de Otero de Naraguantes».

Escrito bien grande.

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