Diario de León

Dos asesinados en busca de su nombre en Fuentesnuevas

Comienza la exhumación de la fosa donde se cree que yacen Dositeo González y José Aira

Uno de los cuerpos hallados, este sábado en plena exhumación. LDM

Uno de los cuerpos hallados, este sábado en plena exhumación. LDM

Ponferrada

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Si a las cosas hay que ponerles nombre para que existan —como decía el viernes Juan Diego Botto durante la colocación en Ponferrada de seis adoquines de víctimas de los nazis—, imagínense lo que hay que hacer para que no se pierda la memoria de dos muertos en el verano de 1936; dos hombres asesinados por el bando sublevado en una guerra que algunos no quieren que se remueva, quizá para no sentir vergüenza.

Lo primero que hay que hacer es, efectivamente, ponerles nombre. Las nietas de Dositeo González, vecino de Cervantes (Lugo), y de José Aira, de Villafranca del Bierzo, ya saben, porque así lo dicen las partidas de defunción, que a sus abuelos los enterraron en una fosa a extramuros del cementerio de Fuentesnuevas.

Los segundo es localizar los cuerpos. El grupo de Sputnik Labrego que dirige el historiador Alejandro Rodríguez —y que trabaja en el proyecto del mapa de la memoria del Ayuntamiento de Ponferrada— dio en julio con dos cuerpos en el camposanto ampliado.

Y lo tercero es lo que han emprendido este fin de semana; la exhumación de los restos y la obtención de muestras de ADN de sus nietas para comprobar que realmente son ellos; Dositeo y José, asesinados en 1936.

«No me salía ni la voz del cuerpo», asegura recién llegada de Barcelona una de las nietas de Dositeo, Teresa Fernández, cuando recuerda el día en que le dijeron que quizá su abuelo sea uno de los dos cuerpos. Teresa ha recorrido 950 kilómetros en coche junto a su marido y otra bisnieta de Dositeo, Pilar González, para que le extraigan saliva y para ser testigo de la exhumación. También desde Cervantes, donde quieren enterrar a Dositeo —«si es él uno de los que está ahí»— viene otra de sus nietas, Lidia. Porque ha pasado tanto tiempo que ya no son los hijos, sino los nietos los que se preocupan por ponerle nombre a los muertos de la Guerra Civil y enterrarlos en una sepultura digna.

Al viudo Dositeo, para más escarnio, se lo llevaron unos hombres que buscaban a su hijo socialista. Como no lo encontraron lo mataron a él. Ahora falta por saber si es verdad que lo enterraron en una fosa sin nombre en Fuentesnuevas, tan lejos de casa.

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