Diario de León

Aquellas casas pegadas al Castillo de Ponferrada

El Archivo Histórico recupera fotos de las viviendas que durante décadas estuvieron adosadas a la fortaleza en la calle Gil y Carrasco

Ponferrada

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No hay pared más robusta que la muralla de un castillo medieval. Algo así debieron de pensar quienes a lo largo del siglo XIX, y también antes, adosaron sus viviendas a la fortaleza de Ponferrada para ahorrarse una fachada.

Aquellas casas viejas y humildes pegadas a la muralla del recinto vinculado con los caballeros templarios resistieron en la calle Gil y Carrasco y Tras la Cava hasta que en el año 1994, el Plan Director aprobado por la Junta de Castilla y León para recuperar el Castillo las sentenció; había que derribarlas.

Una a una fueron desapareciendo para que emergiera el foso medieval en todo su esplendor y las murallas de la fortaleza ganaran visibilidad. Los derribos en la parte más nueva de la fortaleza culminaron en 2007 y en el Castillo Viejo son más recientes.

De aquellas viviendas, algunas de ellas convertidas en fondas o con alguna peluquería en los bajos donde el corte de pelo era barato, solo queda un eco en la memoria popular y algunas viejas fotografías como las que el Archivo Histórico Municipal acaba de rescatar ahora. Digitalizadas dentro del proceso que está permitiendo salvar fotografías de particulares y de la propia institución municipal, las redes sociales de la Casa de la Cultura servían este viernes para darlas a conocer entre los ponferradinos. «El Plan Director del Castillo dejó todo ese espacio libre, pero también tienen su historia esas viviendas y las personas que vivieron en ellas», explicaba el director de la Biblioteca Municipal y responsable del Archivo Histórico, Jesús Álvarez Courel.

La mayor parte de las imágenes que ha difundido la Casa de la Cultura, excepto la postal de Ediciones París (Zaragoza) que ofrece una vista general del Castillo a mediados de los años sesenta, se tomaron entre 1967 y 1968. La actualización del catastro para poner al día la contribución territorial llevó entonces al Ayuntamiento a fotografiar todas las viviendas de la ciudad susceptibles de pagar el impuesto. Y no se libraron la hilera de casas que ya no existen en la cuesta de Gil y Carrasco y en la calle Tras la Cava.

«Muchas de esas casas aprovecharon los muros del Castillo como parte de la vivienda, además de hacer alacenas en ellos o utilizar las zarpas de las torres como bodegas», explica la Biblioteca en sus redes sociales. Las imágenes sirve «como recuerdo de un tiempo pasado y para el debate sobre lo que se debe o no conservarse en las diferentes etapas y hechos históricos por los que han pasado los monumentos de nuestro país», añade la Biblioteca.

Las imágenes demuestran además, como a pesar de ser viviendas humildes, las casas «iban enlucidas dejando libre los jambajes de puertas y ventanas de sillería». La parte noble del edificio, explica Courel. Hoy la tendencia es la contraria. Los edificios restaurados suelen dejar a la vista los materiales menos nobles de las construcciones y esa es la reflexión que propone el archivero municipal.

Ese revoque perdido, por ejemplo, es que se observa en el edificio de las antiguas cuadras del Castillo, convertidas hoy en la Oficina Municipal de Turismo. Pero lo que más llama la atención de la imagen es la presencia de un feo kiosko metálico de prensa que tapa la fachada junto a la puerta principal. Hoy sería impensable un armatoste así en ese lugar.

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