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Endesa no puede derribar las torres de Compostilla II antes del 11 de febrero

La Junta le recuerda que los plazos legales lo obligan y todavía está abierto el de alegaciones

Vista reciente de la central térmica Compostilla II. ANA F. BARREDO

Ponferrada

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La demolición de las torres de refrigeración y de la chimenea G3 de la central térmica Compostilla II de Cubillos del Sil iba a ser el 1 de diciembre de 2022, pero la Junta de Castilla y León ordenó la paralización cautelar de los trabajos de desmantelamiento solo unos días antes para incoar el expediente para una posible declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). Desestimada esta opción y reiniciados los trabajos de desarme de las instalaciones, Endesa fijó una nueva fecha, el 26 de enero a las 13.00 horas. Pero tampoco será.

La historia ha dado un nuevo giro y la demolición no podrá producirse antes del 11 de febrero. Así lo estipula la ley para cumplir con los plazos administrativos necesarios. De hecho, hasta esa fecha es posible todavía la presentación de alegaciones por parte de quienes se oponen a que las estructuras de la central térmica se derriben.

La delegada territorial de la Junta en León, Ester Muñoz, firmó el levantamiento de la suspensión cautelar del derribo de las torres el 9 de enero y al día siguiente se le notificó a Endesa. Teniendo en cuenta los plazos legales, el levantamiento de la paralización cautelar no será firme hasta dicho día de febrero. Por eso, la Administración autonómica ha tenido que recordarle a Endesa que tendrá que esperar un poco más, con todo lo que ello conlleva.

Fue a través de un bando publicado por el alcalde de Cubillos del Sil como se conoció la nueva fecha de la demolición de las torres. En él advirtió a la población de las condiciones especiales después de que la propia Endesa notifica al Ayuntamiento el calendario que manejaba. Todo estaba ya dispuesto para echar abajo las torres de refrigeración el próximo sábado, pero estas ganan dos semanas de existencia, lo mismo que tienen de margen quienes reclaman su conservación, aunque el propio consejero de Cultura de Castilla y León, Gonzalo Santonja, aseguró recientemente que no hay vuelta atrás y que su fin está decidido.