Diario de León

Cuando el Alaska ponía glamour a la Ciudad del Dólar

La Biblioteca Municipal y el Archivo Histórico recuperan la pequeña historia de uno de los locales que marcaron una época en Ponferrada, abierto como sala de fiestas en 1951 en la plaza República Argentina

El salón de baile Alaska, abierto en 1951 en la plaza República Argentina. ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL

El salón de baile Alaska, abierto en 1951 en la plaza República Argentina. ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL

Ponferrada

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No era el Pasapoga, la sala de fiestas más famosa del Madrid de la posguerra, pero la apertura de la sala de baile Alaska en 1951 le añadió un toque de glamour a aquella Ponferrada que todavía se la conocía como la Ciudad del Dólar. No, no era el Pasapoga, el lugar donde uno podía escuchar y bailar al ritmo de la Orquesta de Xabier Cugat en plena Gran Vía, pero el Alaska, abierto en la esquina de la plaza República Argentina que hoy ocupa el edificio de la Cafetería San Remo, también marcó una época en la capital del Bierzo. Y de nuevo han sido la Biblioteca y el Archivo Histórico Municipal que dirige Jesús Álvarez Courel —dentro de su proyecto para digitalizar imágenes antiguas— los que han aprovechado la celebración del Día de San Valentín este martes para recuperar en sus redes sociales la memoria de uno de los lugares más elegantes de una ciudad que ya solo existe en fotografías.

Era el 29 de diciembre de 1951, a punto de celebrar el cotillón de Nochevieja, cuando abría en Ponferrada el salón de baile Alaska en un coqueto edificio de una sola planta y grandes ventanales con planos del arquitecto José Martínez Mirones, el hombre que le dio forma a los mejores inmuebles de la Ciudad del Dólar. Aquel había sido el año de la muerte de Manuel Girón, el último mito de la guerrilla, la térmica de Endesa llevaba dos años quemando carbón en Compostilla, la antracita había revolucionado la economía local. En la Peña del Seo se prepara la construcción del poblado de la Piela para los trabajadores de la mina de wólfram. Y la capital berciana se disponía a acoger en esa década a obreros y a ingenieros que vendrían a trabajar en las grandes obras hidráulicas.

Y en aquella Ponferrada desigual, aquella ciudad sucia de carbonilla, había quién tenía dinero para bailar al ritmo de la Gran Orquesta River Club. La River Club que llegó al Alaska para actuar los días 29, 30 y 31 de diciembre de 1951 y el 1 de enero de 1952 —así lo atestigua un anuncio de la época en el semanario Promesa — no podía compararse con las grandes orquestas americanas donde unos años antes había hecho carrera Frank Sinatra, ni tampoco tenía el ritmo caribeño de la de Cugat. Pero llegaba a Ponferrada de regreso de su gira por las Islas Canarias y lo hacía con un cantante reconocido como el mallorquín Bonet de San Pedro, uno de los reyes del bolero de la época. Y boleros en la voz de Bonet es lo que fueron a escuchar muchas parejas aquellas Navidades de 1951.

El proyecto del Alaska promovido por José Arias Mirantes incluía edificar sobre la sala un edificio de hasta ocho plantas. Y eso ocurrió pocos años después. La plaza de la República Argentina está hoy muy cambiada, incluso en los años ochenta vio como se derrumbaba un edificio anexo en Fueros de León. Pero, ¿quién dice que no ha quedado algún eco del Alaska si alguna vez se oye un bolero en la Cafetería San Remo?

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