Así espiaban al público detrás de dos telones centenarios
El centenario del telón del antiguo Cine Merayo en el Museo Alto Bierzo en Bembibre coincide con la restauración del paño del Teatro Villafranquino Discretas mirillas servían para vigilar las butacas
Si el patio de butacas estaba lleno o vacío. Si el público era revoltoso o se estaba quieto. Si esperaba paciente el comienzo del espectáculo o había alguien que abucheaba porque la obra empezaba tarde y había que localizar en qué fila se encontraba... Los dos telones centenarios que se conservan en el Bierzo —el del Teatro Villafranquino en plena fase de restauración y del antiguo Cine Merayo de Bembibre que cumple ahora un siglo en una de las paredes del Museo Alto Bierzo— contaban con discretas mirillas de cristal en torno a un círculo metálico, inapreciables desde la platea o las butacas,
El telón de Bembibre ya ha perdido los aros metálicos y los cristales originales y solo muestra dos agujeros bien redondeados en la tela, pero en Villafranca se ha conservado mejor y la mirilla completa asoma en un lugar estratégico; a los pies, literalmente, de la figura mitológica de Eurídice, bajo el pico del flamenco que ocupa el centro de un paño donde también sobresale un Orfeo dominante vestido con una vistosa tela roja.
Bajo la dirección de la restauradora Sofía Anta, que recientemente se ha encargado de poner en valor los espejos venecianos del Camarín de la Basílica de La Encina, la Junta de Castilla y León financia estas semanas la restauración de un telón que tiene en el reverso la firma del escenógrafo valenciano José Martínez Gari. «Era un especialista en hacer telones escenográficos, muy reconocido en su época y trabajo para el Teatro Real de Madrid entre 1914 y 1924», explicaba Anta este jueves en un parón de su trabajo.
Anta acomete la recuperación de los desgarros en y roturas en la tela original, la limpieza de la suciedad acumulada en la superficie del paño, donde las dos capas de barniz han hecho que se pierdan muchos matices del color original.
El artista que lo pintó hace más de un siglo escogió la trágica historia de amor de Eurídice y Orfeo, dispuesto a descender hasta el inframundo para recuperar a su amada, muerta por la picadura de una serpiente. Cuenta la mitología griega que Hades, el dios de las profundidades permitió a Orfeo recuperar a su esposa con la condición de que no la mirara hasta que estuviese completamente bañada por la luz del sol. Pero el bueno de Orfeo no se dio cuenta de que uno de los pies desnudos de Eurídice todavía estaba en la sombra y la joven desapareció para siempre en la oscuridad. ¿Cómo no colocar en la punta de uno de esos dedos desnudos la dichosa mirilla?
El trabajo de Sofía Anta, que forma parte de una obra más amplia presupuestada en 60.905 euros que incluye la mejora de la climatización del Teatro Villafranquino Enrique Gil y Carrasco, también mejorará las pinturas murales con las que el artista villafranquino Demetrio Monteserín Beberide (1876-1958) adornó el arco de embocadura con cenefas. También tres medallones sin firmar que bien pudieran haber salido de la mano de otro pintor berciano, Primitivo Fernández Armesto, del que se tiene constancia que trabajó junto a Monteserín en la decoración del Teatro allá por el año 1905, según recoge la Real Academia de la Historia.
Una tercera tarea para Anta pasa por recuperar también el bambalinón, o la franja de tela que enmarca al telón. «Es lo más deteriorado, porque sufrió goteras que han barrido el color», explica a este periódico.
Fue el mismo Monteserín el que se encargó de pintar en 1923 el telón que durante décadas colgaría del viejo Cine Merayo, después llamada Cinema Paz y hoy reedificado para ser el Teatro Benevívere. El telón cuelga ahora del Museo Alto Bierzo en la Casa de las Culturas junto a otras piezas recuperadas del cine. En esta ocasión, Monteserín no se inspiró en la mitología griega ni contó ninguna historia en el telón y optó —seguramente así se lo pedirían— por plasmar en la tela una escena de Bembibre; el antiguo puente sobre el río Boeza, con una densa arboleda a sus espaldas.
En este caso, los dos agujeros simétricos que servían para espiar al público de un local que empezó siendo también teatro se encuentran en la zona inferior del paño. Han perdido el cristal. Han perdido el aro metálico. Pero como ocurre con el de Villafranca del Bierzo, que estará listo el 17 de marzo, conservan intacto todo el misterio.