El año del pillaje en las iglesias del Bierzo: seis robos siguen impunes desde 2007

Alguien encontró un filón en el Bierzo en el año 2007. Pero no era carbón, ni hierro, ni siquiera wolframio con lo que se podía hacer dinero. Eran relieves en piedra, pinturas, tallas, imágenes y otros objetos religiosos conservados en ermitas aisladas, en edificios discretos fáciles de asaltar durante la noche, o incluso a plena luz del día. Ahora que la Audiencia Provincial de León juzgara este lunes a una supuesta banda de  ladrones de iglesias que operaba en el entorno de Logroño y que ha sido investigada desde un juzgado de Ponferrada por si estuvieran vinculados con un caso en el Bierzo, es bueno recordar que desde hace 16 años siguen impunes seis robos en seis ermitas de la comarca. 

Y el más importante y más sangrante de todos fue el primero; la sustracción de parte de la làpida fundacional de la ermita de Santa Cruz  de Montes, parte de un relieve frontal que adornaba la fachada tosca de piedra y una pieza milenaria de gran valor que iba a ser exhibida ese mismo año en la exposición de Las Edades del Hombre que recaló en Ponferrada. Quizás en este caso, quién sabe, al autor del robo no le gustó que la pieza estuviera a punto de salir de la pared de la ermita para exhibirse temporalmente en la Basílica de la Encina. 

Fue en la tarde del domingo 4 de marzo de 2007, hace ahora 16 años, cuando desapareció la lápida fechada en el año 905 de la ermita de Santa Cruz, situada en un paraje poco transitado de la Tebaida berciana. Solo la cruz similar a la de Peñalba que completaba el relieve en la parte superior se salvó del expolio y hoy se guarda a buen recaudo por parte de la parroquia de La Encina.

La investigación policial no dio ningún resultado, le juzgado archivo el procedimiento y todavía hoy el paradero de la lápida sigue siendo uno de los mayores misterios sin resolver del Bierzo.  Un réplica de lo robado en tres dimensiones, eso sí,  trató en 2018 de enjuagar el mal sabor de boca que dejó aquel saqueo de una pieza imposible de vender por cauces legales debido al escándalo que generó.

La llave de Cariseda

A partir de ahí y hasta la llegada del invierno se produjeron otros cinco robos más en apenas seis meses, lo que hizo sospechar a la Policía de que se trataba de una banda organizada. De la iglesia parroquial de Cariseda en el valle de Fornela, los ladrones entraron a las bravas, aunque las vecinas que solían limpiar el templo dejaban la llave encima de los contadores de la luz. Quienes se llevaron una talla de gran valor de San Luis Rey de Francia originaria del siglo XV y del XVII —la arrojaron al río en 1936 y usaron otra talla posterior para recomponerla— y dos misales del siglo XVII ,desconocían que podían entrar por la puerta y accedieron al templo a través de una ventana sin cristal ni reja. No sabían que tenían la llave a mano (descartado que fuera, por tanto algún vecino) , pero si tenían claro qué piezas eran las importantes. No se llevaron ningún libro, ni tocaron el dinero del cepillo. 

El siguiente robo fue en Yebra (Benuza). De ahí se llevaron algunas imágenes y objetos religiosos. La unidad de la Guardia Civil especializada en robos con Patrimonio investigó el caso instruido por el juzgado número tres de Ponferrada, y aunque no encontró ningún vínculo, su labor permitió desmantelar a la banda de Logroño que entre 2005 y 2008 asaltó siete iglesia en un radio de 150 kilómetros en La Rioja, Navarra y Burgos.

El pillaje también alcanzó a la iglesia de Santa María de Vizbaho en Otero (Ponferrada), de donde se llevaron una valiosa imagen de San Benito, otra del Niño Jesús de Praga, joyas y objetos de culto. El expolio continuó después en la iglesia de San Martín de los Barrios, donde se llevaron tablas hispano-flamencas entre una larga lista de piezas robadas. Aquí robaron n hasta la megafonía. 

 

Junto con la lápida de Montes, las tablas hispano flamencas del siglo XV de la iglesia de San Martín de los Barrios son tres de los objetos más preciados de los que desaparecieron en 2007. Las tablas representan al emperador Valentiniano arrodillado ante San Martín, San Martín predicando y en su bautizo. Pero también se llevaron tallas de evangelistas, un angelote, una escultura de San Jerónimo, un cuadro de la Dolorosa, un San Antonio de madera, un rosario, un calvario, una naveta, dos candelabros, un cáliz del siglo XVIII y hasta 14 monedas de plata.

 Y el sexto robo llegó al final del verano en la ermita de San Pablo de Orellán. Los ladrones entraron de noche (en el barrio de San Pablo solo viven dos vecinos) y se llevaron una talla de la Virgen del Carmen, pero dejaron otras dos de menor valor. 

«Fue un año terrible para el patrimonio religioso del Bierzo. Encima ardió la iglesia de Campo y se resquebrajó una de las columnas de la iglesia mozarábe de Peñalba», rememora Javier Martínez, hoy vicesecretario de Coalición por el Bierzo y en 2007 uno de los miembros del Foro Cultural por la Provincia del Bierzo. Martínez insiste en la necesidad de inventariar todos los bienes como se ha hecho con los de la Tebaida para dificultar la venta de piezas robadas. Fuera una banda en algunos casos, o alguien que quiso boicotear las Edades del Hombre, los robos cesaron y al día de hoy nada se sabe de la lápida milenaria, de las tablas flamencas, de las imágenes y los cálices.  Mucho menos de quienes se los llevaron.