La pizarrera berciana que estranguló el río Cabrera antes de quebrar
La Junta busca fondos para restaurar la cantera de Pizarras Expiz en Odollo Necesita hasta 7,5 millones y el aval apenas es de 303.000 euros
El agua embalsada por los escombros de pizarra se llevó el puente del Filluelo. Y todas las pasarelas que colocaron después para unir las dos orillas del río Cabrera, devorado en Odollo por el desaguisado medioambiental que dejó la empresa berciana Pizarras Expiz antes de quebrar hace una décad, tampoco ha resistido después el empuje de la corriente. Lo mismo ocurrió con el puente que conducía a la ermita de Santa Elena en el paraje de Lomba, de nuevo arrastrado por la crecida cuando llueve y las lajas de pizarra se convierten en embalses improvisados.
Y así hasta cincuenta hectáreas de terreno convertidas en un paisaje lunar, en un vertedero de escombros que ahoga el cauce del río. Una montaña de piedra negra procedente de una explotación domiciliada en Puente Domingo Flórez que pasó de tener contratados a más de un centenar de trabajadores en la cantera de Odollo y abrir allí la primera mina subterránea de pizarra que funcionó en la zona del Bierzo y La Cabrera a entrar en bancarrota y desaparecer sin haber dejado un aval que asegure la restauración del terreno: los 300.000 euros que el pedáneo de Odollo, Antonio Fresnadillo, evitó que se volatilizaran cuando la empresa quebró está muy muy lejos de los hasta 7,5 millones de euros que la Dirección General de Infraestructuras y Sostenibilidad Ambiental de la Junta de Castilla y León estima que costaría restaurar la montaña y el río.
«Esa cantidad es una barbaridad», asegura Fresnadillo después de un recorrido por la enorme escombrera que prácticamente se ha tragado el río Cabrera a su paso por Odollo. «Pero si ahora no hay dinero, por lo menos que nos construyan un puente», añade por teléfono, en uno de los afortunados ratos en los que su móvil tiene cobertura.
Jubilado de las minas de carbón en Fabero y casado en Odollo, Fresnadillo se ha propuesto no cejar en su empeño de lograr lo que hoy parece imposible; que el desastre ambiental que dejó la cantera explotada durante más de medio siglo y que pasó por varios empresarios hasta llegar a la empresa berciana de Puente Domingo Flórez, tenga una solución.
La Consejería no tiene dinero
Por eso ha escrito desde la Junta Vecinal de Odollo a la Junta de Castilla y León para reclamar, ahora que está en marcha restauración de las escombreras de carbón en el Bierzo Alto y la Gran Corta, la recuperación también de la enorme cicatriz que ha dejado la pizarra. La respuesta del director general de Infraestructuras y Sostenibilidad Ambiental, José Manuel Jiménez Blázquez, sin embargo, no ha podido ser más desalentadora. «No nos dicen que no se vaya a restaurar, si no que no hay dinero para para hacerlo», explica Fresnadillo.
Bláquez asegura en su escrito que «una primera valoración del coste de la restauración» ascendería a algo más de 1,6 millones de euros. «Esa cantidad podría incrementarse por los condicionantes que la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil hiciera al proyecto de ejecución de las obras», advierte. Y eso se debe, explica el director de Sostenibilidad Ambiental, «a que parte de los acopios» de la cantera «invaden la zona de afección del río Cabrera». Y todo lo que tenga que ver con los ríos es competencia del organismo estatal.
La Junta cifra en casi 50 hectáreas la superficie afectada y explica a continuación por que los 303.285 euros del aval dejado por la empresa en las cuentas de la administración autonómica no llegaría ni para restaurar tres. «Si aplicáramos una estimación entre 110.000 euros por hectárea y 150.000 euros por hectárea que es la que estamos aplicando en actuaciones previstas de restauración minera ambiental estaríamos en una horquilla de fondos necesarios de entre 5,5 y 7,5 millones de euros».
Blázquez explica en su respuesta a la Junta Vecinal de Odollo que la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio a la que pertenece su dirección general «no dispone de un presupuesto» para ejecutar una restauración tan costosa. Y deja abierta una puerta a la esperanza a la que se agarra la pedanía: «Se están realizando las gestiones oportunas con la Consejería de Economía y Hacienda para poder resolver la restauración de las explotaciones de pizarra Santa Lucía y La Traducida en Odollo».
En el pueblo de La Cabrera apenas viven en invierno una decena de vecinos. En verano se multiplican. «Somos un pueblo grande, pero con pocos vecinos. No nace nadie», se lamenta Azuzena, la esposa del pedáneo. Los quedan, en invierno o en verano, tienen que dar un rodeo por Sigüeya y Lomba, en cualquier caso, si quieren cruzar el río Cabrera. «Yo no voy a parar, si te callas ya no se soluciona nada», advierte, Antonio Fresandillo, un hombre al que no le desanima pasear entre los escombros.