SUCESOS
El deportista que nació tres veces
El corredor de montaña y profesor de ciclismo berciano Jaime Romo, atropellado mientras entrenaba
Jaime Romo tiene solo 25 años, pero ha nacido tres veces. La primera fue el día que nació y las otras dos, los días que no murió. No murió hace siete años cuando un coche se saltó un stop y se lo llevó por delante. Él circulaba en bicicleta por la avenida de Asturias de Ponferrada. No murió tampoco este jueves, cuando otro vehículo le arrolló en el kilómetro 29 de la carretera de Fuenlabrada (Madrid).
Estaba a punto de llegar a casa después de su entrenamiento diario —hace unos 400 kilómetros semanales en bicicleta— y acabó en un hospital en Getafe, en shock y lleno de golpes y quemaduras. Fue atropellado en una recta por un coche que «iba a más de 100 kilómetros por hora», asegura este corredor de montaña y profesor de ciclismo berciano que trabaja en imparte grado medio en un centro de FP de Fuenlabrada.
La historia de Jaime Romo es la de muchos deportistas, pero él está vivo para contarlo y para volver a pedir precaución y respeto, porque «encima de una bicicleta va la vida de una persona». No lo está la ciclista Estela Domínguez, que murió arrollada por un camión el pasado mes de febrero, con solo 19 años.
En Estela Domínguez pensó Jaime nada más recuperar la conciencia, porque el golpe que recibió lo dejó inconsciente. Entre el ruido de un coche acercándose cuando él circulaba por el arcén y el barullo de sanitarios y guardias civiles con el que se encontró cuando pudo volver a abrir los ojos, Romo no recuerda nada.
Cuando recuperé la consciencia estaba tirado en la carretera con sanitarios tocándome diferentes partes del cuerpo, gente corriendo de acá para allá, gritos de la Guardia Civil y el hombre que me atropelló
«Salí en bicicleta como todos los días y llegando a Fuenlabrada, cuando ya regresaba a casa, sentí el ruido de un coche muy cerca de mí y un golpe. Nada más. No sé que pasó luego. Cuando recuperé la consciencia estaba tirado en la carretera con sanitarios tocándome diferentes partes del cuerpo, gente corriendo de acá para allá, gritos de la Guardia Civil y el hombre que me atropelló, que recuerdo que me dijo varias veces «perdón amigo, perdón». Entré en shock, no era capaz de coordinar, lloraba, estaba desubicado y me preguntaba una y otra vez por qué me había pasado esto», relata el joven, que ayer recibió el alta y regresó a Ponferrada junto a sus padres para afrontar la recuperación.
Jaime Romo iba solo por el arcén y llevaba la luz de seguridad puesta, era de día y el accidente se produjo en una recta con buena visibilidad. No entiende qué pudo pasar salvo un despiste del conductor que a punto estuvo de acabar con su vida. De momento no sabe nada, está a expensas de recibir el atestado de la Guardia Civil y «ansioso», reconoce, por despejar todas las incógnitas.
No tiene ninguna lesión grave ni se ha roto nada. Sí está lleno de golpes, heridas, quemaduras y molestias musculares. Tampoco tiene miedo. De hecho asegura que si tuviera bicicleta y no tuviera dolor, saldría a rodar ya mismo. La bici quedó siniestro y el casco destrozado.
«Llevo tanto tiempo montando en bicicleta que tengo asumido los riesgos que ello conlleva. Hago muchos kilómetros a la semana y me expongo a muchos posibles accidentes. La primera vez que me pasó, dije que había vuelto a nacer pero tampoco me dominó el miedo. Sí que me quedaron secuelas que surgían de manera inconsciente cuando veía un coche acercarse a mí por el lateral. Cuando lo notaba cerca, frenaba; mi cuerpo se paraba casi como un acto reflejo», recuerda este joven deportista que, aunque profesor de ciclismo y aficionado a la bicicleta, se considera más corredor de montaña. De hecho, en tres fines de semana iba a participar en dos carreras en Burgos y en Tolosa.
Encima de una bicicleta va la vida de una persona
Jaime Romo ha visto pasar su vida dos veces y no duda de que es afortunado pese a la desgracia de haber sido víctima de un atropello en dos ocasiones. Cree en el destino y no tanto en la conciencia de los conductores cuando se encuentran con un ciclista.
«Somos muy vulnerables», insiste sin querer dejar de hablar hasta no agradecer lo suficiente el trato que recibió en el Hospital de Getafe. «En días como el jueves te das cuenta de la sanidad que tenemos y nunca podemos dejar de agradecerlo», afirmó.