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Mulas de La Rioja al rescate del viñedo más viejo del Bierzo

Dirigidas por las manos expertas de Siole y Mamadou, Linda y Romero aran seis hectáreas de viñas centenarias para evitar que mueran las cepas

Parajes como El Cepón, Los Fornos y Terrafondada han visto pasar a las mulas guiadas por los dos trabajadores de Mali. ANÍBAL DE OTERO

Ponferrada

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Se llaman Linda y Romero, son una mula y un mulo de La Rioja, y acostumbradas como están a moverse entre los viñedos—ya sea en su tierra o en La Borgoña francesa,— han pasado dos semanas en el Bierzo para arar los viñedos más viejos de la zona de Otero y salvarlos de la ruina a la que parecían abocados después de un siglo de producción ininterrumpida.

Dirigidas por las manos expertas de dos inmigrantes de Mali que han encontrado trabajo en la viticultura, Siole y Mamadou, la llegada de las dos mulas riojanas para arar esta primavera seis hectáreas de cepas viejas en el corazón agrario del Bierzo viene a consolidar una práctica que ya había recuperado en la comarca el bodeguero Ricardo Palacios después de tres décadas en desuso; el empleo de animales de tiro para mejorar el cuidado de aquellas viñas en peligro, donde o bien no entra un tractor o donde el uso de una oruga o un motocultor estropean el terreno y perjudican la calidad de la uva .

Lo cuenta Elva García Amigo, de Bodegas Aníbal de Otero, artífice de la venida de Linda y Romero para trabajar en sus viñedos más viejos de la mano del viticultor riojano Miguel Ángel Mato, «el rey de las mulas». Junto a sus viñas en los parajes de El Cepón, Los Fornos y Terrafondada, las dos mulas, sabiamente manejadas por Siole y Mamadou, también han arado para otras bodegas de la zona como Valle Blanco y Luzdivina García. En total, ocho días de labor como se hacía antes, repartidos en las dos semanas que las acémilas han permanecido en el Bierzo, estabuladas en instalaciones de Bodegas Aníbal de Otero.

«Se te van a morir las cepas»

Saturado de trabajo, Miguel Ángel Mato le había negado en un primer momento las mulas a la bodeguera berciana, que contactó con él a través de un amigo común que tiene caballos de carreras. Pero finalmente, el riojano tuvo tiempo de viajar el Bierzo en el mes de febrero, antes de la temporada de arado, para comprobar el estado de las viñas viejas de Otero. Y su diagnóstico allanó la llegada de las dos mulas cuando comprobó el estado de las cepas. «Se te van a morir», le dijo a Elva García.

Los viñedos más viejos necesitan un arado manual, más profundo porque con los años «la tierra se va cerrando y cuando llueve el suelo se impermeabiliza», explica la bodeguera y viticultora. Se trata de viñedos plantados manualmente, donde rara vez entra un tractor. «Si queremos alimentar la viña y eliminar las malas hierbas, hay poca alternativas al arado manual, sobre todo en aquellas viñas donde, por su antigüedad y su marco de plantación cada cepa es un obstáculo», ha escrito Elva en un blog local. No en vano su padre, Aníbal Otero, usó bueyes hasta hace treinta años. Y mulas y caballos percherones todavía se turna en La Borgoña francesa para arar.

«Esto te va a cambiar las viñas, va a ser como el día y la noche, sino las cepas viejas se te van a morir», le dijo Miguel Ángel Mato a Elva García en el mes de febrero. Y es ahora cuando la bodeguera berciana puede comprobar que tenía razón, que las cepas han mejorado. «La viña ya luce de otra manera, las hojas tiene otro brillo», afirma satisfecha del trabajo de Siole y Mamadou con las cotizadas mulas de La Rioja.