Un cerezo crece en la tumba de Antonio Pereira

«Antonio siempre quiso que al lado de su tumba creciese un cerezo», decía este jueves el presidente de la Fundación Antonio Pereira, Joaquín Otero, durante la presentación de los actos que el próximo martes 13 de junio servirá para celebrar el centenario del nacimiento del autor en Villafranca del Bierzo. Y un cerezo joven, recién plantado, ya se esfuerza por crecer para darle sombra a la lápida de Pereira y a la de su mujer, Úrsula Rodríguez, en el cementerio villafranquino. 

Una ofrenda floral ante esa tumba donde enterraron a Pereira el 25 de abril de 2009 y a Úrsula el 18 de mayo de 2019, junto al cerezo que les dará sombra, será a las ocho de la tarde el primer acto de una celebración que contará con un recital del poeta villafranquino Juan Carlos Mestre y del acordeonista Cuco Pérez, media hora después en el claustro de la iglesia de San Nicolás.

No es Pereira el único escritor berciano que ha querido estar enterrado bajo un cerezo, árbol simbólico del Bierzo junto a la encina y el castaño. Raúl Guerra Garrido, fallecido hace unos meses y con sus cenizas recién trasladadas al Bierzo, también expresó el mismo deseo. Ahora habrá que esperar un tiempo para que el cerezo de Pereira se afiance. «Si todo va bien, tiene que dar sombra a la tumba de Antonio y de Úrsula», compartía Otero con los periodistas que asistieron a la presentación del Día del Centenario del autor en el Museo de la Radio de Ponferrada.

Pereira cumple cien años. «Está y no está», decía Otero. No está, porque está muerto. Está, porque sus libros se siguen leyendo como nunca en este año del centenario en el que la editorial Siruela ha publicado su cuentos completos y sus poesía completa en sendos volúmenes que están teniendo una gran acogida entre la crítica, explica el patrono de la Fundación, Miguel Ángel Varela. A Pereira no se le olvida.

Y no lo olvida su amigo Juan Carlos Mestre. Premio Nacional de Poesía, el autor de La bicicleta del Panadero y de La Casa Roja volverá a subirse a un escenario junto al acordeonista Cuco Pérez para trazar un recorrido por los versos de Pereira. El espectáculo poético ya se ha estrenado en León y e n la Biblioteca Nacional en Madrid durante el último homenaje al autor.

Y será el día de San Antonio. Porque a Pereira, como era costumbre en su época, le pusieron el nombre del santo del día ese 13 de junio de 1923. El acto abierto al público también permitirá a los asistentes que lo deseen leer poemas del autor de Meteoros.

El año del centenario de Pereira todavía tiene nuevos hitos por delante. Para mediados de agosto estará listo el recorrido con códigos QR por los escenarios de Villafranca más vinculados a la vida y a la obra del narrador y poeta. Los códigos estarán repartidos en una serie de lugares de la localidad para que con un teléfono móvil, la imagen, la voz de Pereira pueda verse y escucharse de nuevo. La Fundación Antonio Pereira también está «buscando voces» para las grabaciones de los poemas encerradas en los códigos QR.

También por delante queda la reedición del primer libro de poemas de Pereira, El regreso, que publicó la editorial Adonáis, y un congreso internacional a finales de julio en la Casa Panero de Astorga que afianzará a los cuentos del autor en el mapa internacional de la narrativa breve.

Todo eso tendrá su eco este año. Y las voces en código QR se escucharán durante mucho tiempo en los teléfonos móviles de los viajeros que lleguen a Villafranca del Bierzo. Pero quién sabe si no será ese cerezo recién plantado el que viva cien años más junto a la tumba de un  hombre que escribió que el pudor era un meteoro. Y que la luz del amanecer es lenta en los aeropuertos prohibidos.