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La muerte en Primout del Capitán Fantasma

LA ARMH inicia, el viernes en la ‘parte civil’ del viejo cementerio de este pueblo de Páramo del Sil, los trabajos de exhumación de los restos óseos del guerrillero asturiano Tomás Fernández, que murió en combate con la Guardia Civil en junio de 1940

Ponferrada

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Tomás Fernández Castro murió por culpa de un pastor, aunque fue un tiro de la Guardia Civil el que acabó con su vida un día por definir «entre el 10 y el 20 de junio de 1940», según el relato de un compañero. Formaba parte de un grupo de guerrilleros antifranquistas, la mayoría asturianos, que trataban de cruzar a Portugal y anduvieron escondidos por los montes del Alto Sil. Llevaban un mes casi sin comer y el hambre y el azar condujeron a los combatientes hasta Primout (Páramo del Sil) ocultos, como pudieron, entre un rebaño de ovejas y varios pastores con los que se habían encontrado en la zona de Pedrosillo. Fue uno de ellos quien los delató. Bajó de Primout hasta Páramo y avisó a la Guardia Civil, que rápidamente se dispuso para dar caza a los huidos. Los encontraron ya preparados para el combate tras los muros de las casas y las huertas de este pueblo con nombre de río. Se libraron todos menos Tomás, el Capitán Fantasma.

Tomás Fernández Castro nació en Ablaña (Asturias) el 11 de febrero de 1913 y fue abatido en Primout cuando tenía 27 años. Por el asturiano aún le nombran allí algunos vecinos, los que conocen su historia y saben a ciencia cierta que lo que queda de su cuerpo sigue enterrado en la ‘parte civil’ del viejo cementerio de este pueblo recóndito al que no llega cualquiera. El viernes lo hará una expedición de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que va a exhumar su cadáver y entregárselo, por fin, a una familia que lleva años reivindicando la memoria de este minero de profesión, afiliado al PSOE de Olloniego (Asturias), que formó parte del Ejército Popular de la República tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936, llegando a ostentar el cargo de capitán. De ahí su apodo.

No hay nada que documente de manera oficial la muerte de Tomás Fernández. Ni acta de defunción ni expediente en el Archivo Militar de Ferrol. Nada, salvo el testimonio de quienes lo vieron o heredaron la historia de otros que vivieron primero. Vecinos y guerrilleros, como César Ríos y Marcelino Fernández (Gafas), en cuyos escritos y palabras han buceado la familia y la ARMH hasta poder localizar su mal destino.

Allí, en un minúsculo recinto amurallado comido por la maleza y ubicado junto al cementerio, fue enterrado el Capitán Fantasma, ‘Talalo’ para los allegados. Y allí, sobre una pared que separa la parte católica de la ‘civil’, se colocó una placa ya en los años 80: «Capitán Tomás Fernández Castro, guerrillero asturiano de Olloniego. Murió en Primou en junio de 1940 luchando por la democracia. Tu madre, hermanos y familia no te olvidan», dice la misma. Dice y resume el sentir de quienes nunca dejaron de buscarlo. Hasta los 80 todavía tenían la esperanza de que el capitán del ejército republicano siguiera vivo, pero varias cartas que los hermanos cruzaron con sus compañeros de filas les confirmaron la muerte a mediados de aquella década. Tomás murió defendiéndose y defendiendo a los compañeros. Estaba casado y tenía un hijo y, ya muerto, fue abuelo de quien hoy mantiene viva su memoria.

En una de esas misivas que confirmaron la verdad, fechada en marzo de 1985, el guerrillero César Ríos no deja lugar a dudas de que Tomás Fernández murió en combate: «Quedaba protegido por una pared hasta medio cuerpo y cuando yo me separé de él estaba en pie, lo que me hace pensar que cayó a la primera descarga de los fascistas», relata. Hasta una carta que el alcalde de Páramo del Sil por aquel entonces envió a la familia confirma, aunque nada quede por escrito, que en aquel tiempo hubo un muerto en aquel pueblo.

Qué hacía una veintena de guerrilleros asturianos en Primout cuando trataban de escapar a Portugal tras haber estado en Galicia sigue siendo una incógnita para muchos. El Capitán Fantasma y un numeroso grupo de milicianos de Olloniego decidieron pasar a Portugal a finales de 1939. Llegaron en tren hasta la frontera divididos en grupos de dos, según relata la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica; pero fueron descubiertos por los guardias lusos y tuvieron que retroceder hasta Orense, donde se unieron al grupo de guerrilleros de Galicia y León.

Aquel fue solo el primer envite para cambiar de país, ya que en la primavera de 1940, unos 20 hombres volvieron a intentarlo. Y en ese intento murió ‘Talalo’ en combate con la Guardia Civil, después enterrado por los propios vecinos, según los testimonios orales. La ARMH reseña, además, que «en la zona donde se cometió este asesinato, no hubo enfrentamiento bélico porque quedar, desde el primer momento, bajo el dominio golpista».

El proyecto de exhumación

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica lleva años trabajando en este caso de la mano de la familia del Capitán Fantasma. La falta de pruebas escritas han complicado el proceso hasta la localización de la fosa individual en lo que fue parte del cementerio de Primout, pero las pruebas testimoniales y la información aportada por los libros de varios autores que han escrito sobre la represión durante la Guerra Civil han arrojado la luz necesaria. También la disposición de los vecinos de este pueblo ha sido siempre hacia la colaboración, tal y como destacó el coordinador del proyecto de exhumación, Marco González.

El trabajo ha sido arduo pero, con el visto bueno necesario tanto del Diócesis de Astorga como del Ayuntamiento de Páramo del Sil y la aprobación de los propios vecinos, el inicio de los trabajos para sacar a Tomás Fernández de la tumba que le fue impuesta será inminente. La previsión es que duren tan solo tres días, divididos en varias fases. Todo se hará de manera manual, por las condiciones de la ubicación y la localización del pueblo.

«Tendremos que sacar la tierra a cubos, no hay otra manera», afirmó Marco González. Además de él, participan en el proyecto el arqueólogo e historiador Serxio Castro, el antropólogo forense Gonçalo Nuno y un equipo multidisciplinar de voluntarios.

Picos, palas, picolas, paletines, catalanas y calderos serán las únicas herramientas de los voluntarios para retirar la maleza y excavar la tierra. Eso sí, primero se sondeará el terreno con detectores metálicos a fin de encontrar «evidencias balísticas que puedan concretar la zona a excavar». En principio, la ARMH descarta la posibilidad de que aparezcan restos de otras víctimas, dado que ningún documento o testimonio conocido dan cuenta de la existencia de otra muerte durante el período de represión franquista en este valle.

La zona para prospectar tiene apenas unos cuatro metros cuadrados y está bien delimitada del resto del cementerio, dentro ha crecido, incluso, un árbol. Y allí entre y debajo de todo, el nieto del guerrillero y la ARMH esperan encontrar al Capitán Fantasma. Si así es, sus restos serán analizados en el laboratorio que la asociación tiene en el Campus de Ponferrada de la Universidad de León y, al final, entregados a su familia para que los entierre donde quiere enterrarlos.

Entre Ablaña, en el concejo de Mieres, y Primout hay 129 kilómetros por la carretera que une Asturias con el Bierzo a través de Babia y Laciana. Esa es la distancia que separa el nacimiento y la muerte del Capitán Fantasma, que estuvo más lejos de casa.