PATRIMONIO HISTÓRICO
Desde el corazón de la mina Caleyo
En las entrañas de la montaña de la cuenca del Sil resiste el Pozo Caleyo, que reúne las condiciones de ventilación, desagüe y conservación para poder convertirse en un recurso turístico ligado al trazado del Ponfeblino
En el pozo Caleyo de Matarrosa del Sil (Toreno) llegaron a trabajar hasta medio centenar de mineros. Cerró a finales de los 90 poniendo fin a una historia de más de setenta años que comenzó con el marqués de Acillona, allá por la década de 1920, y terminó en manos del gigante Uminsa, habiendo sido antes parte de las concesiones de Candelario Gaiztarro.
La historia de esta mina de cuatro pisos de montaña, que cogió el nombre del valle en el que se ubica, se puede contar de la misma forma que la de otras muchas de la cuenca del Sil, pero su estado de conservación actual y las condiciones de su interior, con desagüe y ventilación naturales, marcan la diferencia y hacen que muchos quieran ver en ella un futuro recurso turístico, una mina de interior visitable que se puede ligar al proyecto del Ponfeblino .
El Bierzo mira al corazón de la cuenca minera asturiana, donde está el Pozo Sotón de Hunosa, la única mina de carbón del mundo que se explota con fines turísticos. Allí, el visitante no solo puede recorrer sus galerías y adentrarse a más de medio kilómetro de profundidad en las entrañas de la tierra, sino también ponerse en la piel de los mineros, picando y barrenando la hulla. Y en Caleyo se podrían dar esas condiciones, con más de tres kilómetros de recorrido en solo el primer y el segundo de los cuatro pisos que tiene esta mina de antracita en terrenos de Langre (Berlanga), aunque mientras no caduquen las concesiones, el titular de lo que hay de la bocamina hacia dentro sigue siendo el administrador concursal de Uminsa.
En el Pozo Caleyo de Matarrosa del Sil no hace falta utilizar un sistema de bombeo para drenar el agua y las corrientes de aire naturales ventilan por sí solas el recorrido interior. Cuenta, además, con dos entradas o salidas, en el primer y segundo piso, y otra más que desemboca en el piso Río de Victoriano González, una galería muy vieja que fue primero la mina Reola, localizada en la parte derecha de las instalaciones del Pozo Santa Cruz.
El primer piso de Caleyo es el que está más bajo en la cota de la montaña, con un desnivel de entre 600 y 700 metros con respecto al cuarto, que fue por donde comenzó la explotación, en lo más alto de la montaña. La primera y segunda alturas están unidas entre sí y podrían ser las aprovechables para desarrollar un proyecto turístico.
El transversal general del segundo piso, por donde salía el carbón y entraba el material para el mantenimiento de la mina, tiene alrededor de 1,3 kilómetros en línea recta por una galería de unos seis metros cuadrados. De ahí, bajando un pozo plazo de unos 700 metros, se alcanza la cota del primer piso, con 2,3 kilómetros más de recorrido hasta la salida a la calle, siguiendo una galería de nueve metros cuadrados.
En total, más de tres kilómetros —ampliables— que se podrían acondicionar, cambiando los cuadros de los hierros, limpiando las galerías y señalizando el recorrido, entre algunas otras actuaciones de mantenimiento. Incluso, cabría la opción de ofrecer al visitante la experiencia única de picar y/o barrenar el carbón, ya que quedan varias capas sin explotar en el primer piso, donde se podría recrear un taller de explotación para ver de cerca el oficio de los picadores y una galería de avance para conocer el trabajo que hacían los barrenistas.
Caleyo no es la única mina de interior de Bierzo que se podría hacer visitable, alguna otra cumple las condiciones, incluso en mejor estado; pero sí es la más cercana al trazado del futuro tren turístico Ponfeblino que volverá a unir el Bierzo y Laciana una vez se ejecuten los cuatro millones de euros de fondos europeos que el Gobierno de España ha consignado al proyecto. El ferrocarril histórico es un valor por sí mismo, pero necesita otros elementos a su alrededor.