Del Fuego Verde a la demolición total en 2025
Izquierda, sala de turbinas de Compostilla I en 2007 y en 2023. Derecha, torres de refrigeración en 2005 y en 2023, en Compostilla II
La Térmica Cultural es un ejemplo de cómo se puede convertir una ruina abandonada en un emblema del patrimonio industrial. Donde en 2007, cuando el entonces director de la Fundación Ciudad de la Energía, José Ángel Azuara, visitaba la antigua nave de turbinas de Compostilla I, solo había planchas y columnas de hormigón sin ventanas, hoy crecen los helechos del Carbonífero traídos de Nueva Zelanda y Australia. El Museo de la Energía no tendrá aquel Bosque Carbonífero en forma de cúpula que se presupuestoó en siete millones de euros en los años de bonanza, pero la llamada sala del Fuego Verde ya es uno de los lugares más singulares del Bierzo y por sí solo justifica la visita.
Poco que visitar quedará de Compostilla II, sin embargo, si finalmente tampoco prosperan los intentos de salvar alguna de las dos chimeneas de más de doscientos cincuenta metros de altura que aún quedan en pie tras la voladura de la semana pasada. Lejos quedan los días en los que la antracita llegaba en tren al enorme parque de carbones de la térmica, que cerró en 2020 después de haber generado 2.847 millones de MW, quemar 124 millones de toneladas de carbón, 10 de combustible importando y haber estado funcionando durante 1,2 millones de horas, según Endesa.
Compostilla II, que llegó a tener un millar de trabajadores y cerró con apenas 120, está en plena fase de desmantelamiento (los dos primeros grupos ya se retiraron en 2019) y los planes de Endesa pasan por completar su demolición, que ahora se encuentra al 50 por ciento, en el mes de diciembre de 2025.