Diario de León

Raúl Guerra Garrido con los ojos de Amable Arias

El pintor berciano del grupo Gaur dibujó en 1980 dos retratos del autor de ‘El año del wólfram’. La revista ‘Bierzo’ recupera ahora uno de ellos para ilustrar un texto sobre el hallazgo de las cartas que el escritor le envió en los ochenta al profesor Jovino Andina

Ponferrada

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«La vida es una excusa para escribir novelas», respondía en 1989 a un grupo de alumnas del colegio Menéndez Pidal de Bembibre el escritor de genes bercianos Raúl Guerra Garrido, después de que las escolares se hubieran puesto en contacto con él por carta, y a través de uno de sus profesores, para enviarle a su casa de San Sebastián un cuestionario para una campaña de fomento de la lectura. «Creo en el escritor que no escribe, pero no en el que no lee», añadía el autor nacido en Madrid, pero hijo de cacabelenses.

Las alumnas del colegio de Bembibre habían escrito a Guerra Garrido por mediación de su maestro Jovino Andina, el mismo que nueve años atrás ya había pedido ayuda al escritor para completar un trabajo sobre bibliografía berciana. «Hasta la fecha, nadie del Bierzo me había reivindicado», le había contestado a Andina Guerra Garrido, que ya había ganado el premio Nadal por Lectura insólita del capital , pero aún no había escrito la obra que le hizo famoso en la comarca; El año del wólfram , con la que fue finalista del Premio Planeta.

Era el verano de 1980, no existía internet ni el correo eléctrónico, y Andina tampoco conocía la dirección de Raúl Guerra Garrido en San Sebastián. Así que le envió aquella primera misiva a través de un intermediario de confianza, alguien que también vivía en Donostia y que solía pasar temporadas en Bembibre; el pintor Amable Arias.

Y fue por aquella época cuando Arias —artista del grupo Gaur que fallecería cuatro años después y cuya obra no ha dejado de revalorizarse— eternizó con su trazo a Guerra Garrido en un dibujo donde lo retrató con sus 45 años. A los ojos de Amable, el Guerra Garrido de 1980 era un hombre sin barba, con un poco de pelo todavía en la cabeza, que posaba con las piernas cruzadas, sentado en una silla, en calma.

Ese dibujo de Amable, una pequeña obra de arte que vincula a dos talentos bercianos, no vio la luz hasta el año 2005, cuando apareció en el Inventario de Raúl Guerra Garrido, y ahora la revista Bierzo lo ha recuperado en su último número para ilustrar un artículo del propio Andina sobre aquella breve relación epistolar que mantuvo con el escritor en los años ochenta.

Guerra Garrido había respondido enseguida a la primera carta de Andina, feliz de que alguien del Bierzo se acordara de él en aquel año de 1980. «Todos mis ancestros son del Bierzo y mis padres, los dos son de Cacabelos. El apellido Guerra está vinculado a una marca de vino, que es casi de origen como vino de Cacabelos. Pertenencia a un primo lejano de mi padre», escribía el narrador en alusión a los famosos Vinos Guerra, una marca que ha recuperado la cooperativa de la localidad.

Amable Arias le dedicó otro dibujo de medio cuerpo a Guerra Garrido en aquella época, también realizado a plumilla y con los trazos expresivos que caracterizan el estilo del pintor de Bembibre. El propio Amable escribió por entonces a Andina para decirle que había hablado con Guerra Garrido tras entregarle su carta. «Quedamos en intentar hacer algo para el Bierzo», le contaba el pintor.

Años después, en 1989, a Andina se le ocurrió enviar cuestionarios de sus alumnas a una serie de autores bercianos y leoneses como Antonio Gamoneda, Victoriano Crémer, Valentín García Yebra, Ramón Carnicer, Felisa Rodríguez y Juan Carlos Mestre. Raúl Guerra Garrido respondió con un manuscrito de su puño y letra. «Sois unas chicas formidables, todavía quedan jóvenes leonesas que leen mucho», les contestó en el encabezamiento, según recuerda Andina en el artículo en la revista Bierzo . Y las chicas del Menéndez Pidal querían saber cuánto tiempo le llevaba escribir una novela. Esa fue su última pregunta. «A veces me ocupa toda una vida», les respondió Raúl Guerra Garrido, un escritor que siempre se sintió «de su pueblo», aunque hubiera nacido en Madrid.

El cartapacio perdido

Jovino Andina daba por perdidas aquellas cartas con la respuestas de Guerra Garrido, que falleció el año pasado, y el vínculo con Amable Arias, muerto en 1984. Pero las cinco hojas «estaban dormidas en un viejo cartapacio de los años ochenta». Un cartapacio que apareció «como por arte de magia» unos días después de la llegada de las cenizas de Raúl Guerra Garrido a Cacabelos el pasado 31 de marzo.

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