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Doce ‘pegasos’ cargados de hierro sobre el puente nuevo de Ponferrada

Los planes para soterrar la avenida del Castillo sirven para recordar que hace 55 años proyectaban el puente García Ojeda con la misma idea de unir la ciudad El 3 de septiembre de 1971 probaban su fortaleza y el 12 lo abrían

Detalle del periódico ‘Proa’ del 4 de septiembre de 1971. Foto con los camiones compartida en Facebook, el puente vacío. DL/ FOTOS ANTIGUAS DE PONFERRADA EN FACEBOOK/ EFE

Ponferrada

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«Novecientas toneladas de hierro sobre el puente nuevo». Esa era el peso estimado de los doce camiones Pegaso cargados de mineral que el viernes 3 de septiembre de 1971 aparcaron en cuatro hileras sobre la doble calzada del viaducto García Ojeda; la nueva infraestructura que resolvía el cuello de botella en el que se había convertido el único paso para vehículos a motor sobre el río Sil en Ponferrada. Novecientas toneladas de hierro para demostrar, en presencia de un nutrido grupo de periodistas entre los que se encontraba un equipo de Televisión Española, que el puente nuevo, así lo llamaron coloquialmente, era seguro.

El proyecto para soterrar la avenida del Castillo en el que se ha embarcado el Ayuntamiento y la recuperación de una vieja imagen de época en la página de Fotos Antiguas de Ponferrada que un grupo de entusiastas de la Ciudad del Dólar mantiene desde hace más de una década en Facebook ha vuelto a poner de actualidad la historia de un viaducto que resolvió el estrangulamiento del tráfico que sufría la capital berciana en los años del desarrollo económico; una imagen, por lo demás, que el Archivo Histórico de Ponferrada, con un formato más horizontal, ya había difundido hace un año en las redes sociales de la Biblioteca Municipal dentro de su labor de divulgación. Se cumplen ahora, además, 55 años desde que en 1968 la corporación municipal se tomara en serio la redacción de un proyecto para dotar, por fin, a Ponferrada de un nuevo puente, más de hormigón que de hierro.

Los primeros tanteos para construir un puente en la ciudad se remontan a 1932, recuerda el historiador Vicente Fernández. «Ese es un puente que tenía que haberse levantado mucho antes porque todo el tráfico iba por el puente mayor. La Nacional VI pasaba entonces por el puente de la Puebla», afirma.

20 millones de pesetas

El proyecto de 1968 firmado por el ingeniero Gerardo Melo y ejecutado por la constructora Cimentaciones y Obras SL bajo la dirección del ingeniero García Alonso y el técnico Yuste debía costar 17,5 millones de pesetas, según lo aprobado en 1969 pero el presupuesto se disparo finalmente hasta los 20 millones. Dos años después, justo a tiempo para su inauguración en torno a las fiestas de la Encina de 1971, el puente que iba a llevar el nombre del alcalde que lo promovió, Luis García Ojeda, ya estaba terminado. Solo faltaban la prueba de carga. Y como reflejaba el diario Proa en su edición del 4 de septiembre de 1971, fueron «satisfactorias».

Con todo, hubo que esperar a que terminaran las fiestas locales para que García Ojeda contara con el gobernador civil, Luis Ameijide, para presidir la inauguración del esperado puente nuevo el 12 de septiembre, en un día en que la máxima autoridad del régimen en la provincia también se pasaría antes por Bembibre para estrenar el Parque Municipal Gil y Carrasco.

«En clamor de multitudes», tituló dos días después Diario de León cuando informó de la multitudinaria apertura del puente García Ojeda. «Impresionantes muestras de entusiasmo», escribieron, por su parte en Proa. El corte de la cinta a cargo de Ameijide, el presidente de la Diputacón, el alcalde de León, el vicario general de la Diócesis, que había bendecido el viaducto y un exultante García Ojeda tuvo lugar a las 13.30 horas. Una niña vestida de berciana se encargó de acercar las tijeras en una bandeja de plata.

Y decía el redactor de Proa: «No es posible precisar, sin haberlo visto, las miles de personas que se agolpaba en la entrada y salida del viaducto, así como dentro y fuera de la fortaleza. Una gran bandera nacional luciendo en los altos de una de las almenas del castillo y banderas nacionales y pancartas estaban dejando patente el agradecimiento del barrio de San Andrés a las autoridades provinciales y alcalde de Ponferrada por esta obra ingente y maravillosa». continuaba el redactor de Proa con prosa empalagosa. Cuando se abrieron las barreras metálicas —una vez que las autoridades habían recorrido el puente y ya se encontraban en la ‘Plaza de los portales’ para leer sus discursos entre vítores de los presentes— la multitud invadió el viaducto. Imposible calcular su peso.

Dos barrios marginados

Ya entonces, la prensa de la época explicaba que el nuevo viaducto venía a resolver un problema histórico para Ponferrada y terminaba con la «marginación» de los barrios de San Andrés y Navaliegos, en ambas orillas del río Sil, del resto de la ciudad. Algo que, medio siglo después, sigue preocupando a quienes gobiernan hoy Ponferrada cuando proyectan soterrar la avenida del Castillo.